Tocado invariablemente por el amor

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En el Comandante Juan Almeida concurren las razones buenas del magisterio combatiente. Del Maestro aprendió que cada aventura revolucionaria con el morral al hombro, precisa un lugar en la memoria, y de tal suerte en libros y en canciones. 

Quizá sea La Lupe la pieza más conocida en un catálogo de centenares de trabajos dignos.  Todo ese trabajo del Comandante Almeida Bosque parece tocado invariablemente por el amor, quien además se comprometió conla Patria, con la Revolución y con su jefe y amigo, Fidel. 

En una de sus canciones dirá que es mejor concluir, en otra reclamará juventud y experiencia a la vez, también supone que conquistar cualquier sueño implica un camino largo. Pero siempre será el amor como una premisa inevitable del corazón. 

Son muchos, muchísimos los intérpretes que se identifican con el legado del Músico-Comandante, como si en cada trabajo expusiera intereses consustanciales de sus hermanos. 

Para quienes investigan sobre la música y sus informaciones aleatorias, ahí está el Son Homenaje a Miguelito Cuní. Verdad que no se hizo para el baile, que nadie ha intentado jamás ajustarle una coreografía, la música se duele en el centro de lo cubano, y no deja de ser son, código de su cultura y concepto identitario. 

Su sensibilidad artística le hizo componer además para los niños y niñas. El tema Marinero quiero ser es uno de los más conocidos. 

En sus libros transita el testimonio, la palabra misma de la gesta, y hasta esos hechos cotidianos donde cristaliza el heroísmo. El Comandante Almeida está entre esos seres capaces de escuchar el mandato de la tierra, el mensaje increíble de la orquesta natural, para trascender entre deber y el hacer, hecho texto y música en la aurora de los héroes.

 

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