Foto: Cortesía de la Unión de Jóvenes Comunistas en Mayabeque
Teatro Tuyo trajo a San José de las Lajas su hermosa propuesta para el Día de los Niños en Cuba. Alta y de hondo calado, La Casa de Papote confirma que la obra de plenitud no solamente es posible. Resulta una prioridad que funciona a pesar de tantos retrocesos en el quehacer, de los innumerables avatares y accidentes del gusto estético.
Habría que reconocerle además al piquete del actor cubano Ernesto Parra Borroto, la capacidad de devolvernos la fe. Un hecho orgánico, intenso y límpido en el escenario, parece fórmula infalible para que la fantasía infantil interactúe y se multiplique. Y que la familia sin edad también acompañe y participe. Las estaciones de la creación levantan el espíritu. Es como un regreso del optimismo.
Sería preciso apuntar la fragua del espectáculo. Teatro Tuyo reúne en su catálogo la Escuela Nacional de Clown y el Taller Internacional de Payasos. La comunión de la docencia, del trabajo y de la investigación. Y supone la síntesis ejemplar de todas las disciplinas artísticas, como un relicario de tantas partes y de tantas épocas a la vez.
El director de la compañía refiere a cada rato al Trompoloco de Edwin Fernández y al payaso del ruso Oleg Popov como referencias inevitables. Allá, en Las Tunas, donde fue fundado en enero de 1999, fue particularmente fuerte la tradición de esos personajes en la agenda del rodeo. El payaso Tetera libró más de una vez al gran vaquero Barrameda de la embestida taurina. Pero hay otros contenidos de la comarca.
Conscientemente o no, emergen como estallidos en frases, en gestos, en soluciones, rasgos del Huracán Mágico del profesor José Reynerio Valdivia Valdivia (Píter), ideas octosilábicas como dictadas por El Cucalambé, o una reacción inesperada y sorprendente, propia de algún personaje extrovertido y loco de Guillermo Vidal.
Teatro Tuyo es pura vindicación. La voz anglófona clown significa más o menos rústico, grotesco. Y se le extendió como definición a los aldeanos y a los campesinos. En su affaire con el entonces asesor presidencial norteamericano Henry Kissinger, la periodista italiana Oriana Fallaci lo increpa preguntándole si es un hombre o un payaso. El mester valida la profesión, confirma la condición humana y hasta cambia el contenido semántico que el prejuicio quiso sembrar en los surcos de la historia.
La Casa de Papote recuerda la pertinencia de articular tramas y subtramas, para componer más de una temporada en la televisión. Aunque no sea el objetivo principal ni primario, constituye la mejor respuesta al creciente intrusismo en el oficio del payaso. Ese capítulo digno contribuye a desmontar la caricatura banal y kitsch, de gente de mal gusto y sin preparación alguna.
El aplauso a Teatro Tuyo devino carga simbólica para las actividades centrales del país por el Día de los Niños, con sede en San José de las Lajas. Fue igualmente descubrir en la juvenilia toda la experiencia acumulada por el mundo a lo largo de siglos. El Hijo del Hombre reclamó ser el camino de la infancia, según dijo, dueña del reino de las alturas. El Apóstol de Cuba dejó para siempre otra idea reveladora y grande: Los niños ríen; y se abren los cielos.
Fotos: Cortesía de Lisandra Ramírez, camarógrafa de la TV y fotógrafa del periódico Mayabeque