Sancti Spíritus aparece en la lista canónica cubana de las primeras en el tiempo. La fundación se inscribe en el proceso doloroso y cruento de la conquista. Parte de la construcción de la nacionalidad, se integra en la conocida fragua por los caminos de la mar, como lo hace saber la poesía.
Pero la villa no nació al conjuro de los besos de ola, ni como anuncio del puerto de las naves del quehacer. La Villa del Espíritu Santo surgió a la vera de un río, raíz y fuente natural de la desembocadura. Hay un claro simbolismo en ese acto tierra adentro, en una época de inequívoca cosecha, aún en primavera.
Es una de las pocas, si no la única, que tiene exactamente establecido su enclave original a la vera del Tuinicú. La arqueología contemporánea ha logrado suficientes evidencias en Pueblo Viejo, para declararlo zona de protección. En torno a ese tema, el criterio sí es casi unánime.
Algo diferente ocurre con la fecha. A partir de las cartas del conquistador Diego Velázquez, se infiere que pudo ser entre abril y mayo de 1514. El 4 de junio constituye un consenso. Es el quincuagésimo día después de la Pascua de Resurrección de aquel año, es decir, la celebración del Pentecostés, la llegada del Espíritu Santo, una de las tres festividades anuales más importantes de la cristiandad planetaria.
Desde el punto de vista lingüístico, ese componente esencial de la cultura, la comarca sembró una curiosidad, tal vez un tema-problema, como alguien califica a los asuntos controversiales: es la única en Cuba y, que yo recuerde en una buena parte de este escenario geográfico, que conserva un nombre en latín.
Luego entonces, tiene un peso enorme el día del Sermón de Pentecostés de Fray Bartolomé de las Casas, el que, por cierto, se confunde frecuentemente con el Sermón del Arrepentimiento. Esta segunda pieza oratoria es en la que el dominico renuncia a la encomienda y cuestiona el trato inhumano contra los nobles aborígenes de Cuba. Pero propuso traer hombres y mujeres de África, según él, más fuertes y mejor preparados para faenas más duras. Vendría luego, el crimen atroz de la trata y de la esclavitud.
Como ocurrió con otras, poco después de fundada, Sancti Spíritus fue trasladada hasta su sitio actual junto al Yayabo. Trascendió la historia, casi leyenda, de un brote de bibijaguas que se cebó con los recién nacidos. También se alude la Rebelión de los Comuneros, por lo visto sofocada violentamente.
El profesor titular de la Universidad de Sancti Spíritus, el historiador cubano Ramón Reigosa Lorenzo, apuntaba recientemente otras razones, a su juicio más probables: la necesidad de una relación más cercana y estrecha con Trinidad, explotar las mejores tierras para la agricultura y la ganadería junto al Yayabo, y de paso aprovechar entonces la ruta aún navegable de ese río, a lo largo de más de 30 kilómetros.
Sancti Spíritus supone un patrimonio físico e intangible para la tarea permanente de descubrir, de cultivar, de anunciar lo cubano. Toda la síntesis numerosa de la Patria, hizo un hogar en sus calles, en sus casas, en el alma de sus hijos. Radica justo en el centro de la Patria, como un relicario de intercambio identitario entre un lado y otro del archipiélago.
El Tuinicú y el Yayabo le recorren la historia, sus costumbres, la vocación. La Villa del Espíritu Santo confirma a su manera a la sacra escritura más que milenaria: “Un río de agua viva, resplandeciente como el cristal, saliendo del trono de Dios y del cordero”.