Con este uniforme y esta sonrisa, los niños y niñas de San José de las Lajas transitan por un período educativo donde aprenden a andar con los conocimientos básicos para la vida.
Muchos son los hogares que cuentan con duendecillos alegres como Paulet, mi protagonista en el Día Internacional de los derechos del niño.
Desde que comenzó preescolar en el mes de septiembre la he visto crecer a través del dibujo en el que plasma sus mejores sueños: la compañía de su familia, el amor hacia su hermanita, la alegría que le provoca el juego con sus compañeritos, el abrazo a su maestra, la labor de un campesino, en fin, todos sus anhelos coloreados.
Tanto se ha cultivado mi niña que memoriza los versos sencillos de José Martí y conoce cuáles son los mártires de la Patria, las figuras geométricas y hasta un poco de biología animal.
Así de simple es la felicidad que le rodea, impulsada por personas maravillosas que se empeñan en borrar cualquier circunstancia que empañe la jornada.
Fue en 1990 que en las Naciones Unidas aprobaron la Convención de los Derechos del niño como parte de los esfuerzos que este organismo internacional realiza en pos de mejorar la situación de los Derechos Humanos en el mundo.
Para Paulet como para todos los niños cubanos están garantizadas las condiciones de alimentación, salud y educación.
En la Mayor de las Antillas se defienden a cabalidad los derechos infantiles que rechazan la discriminación basada en edad, género, raza, color, idioma o religión, además, todos tienen acceso a la salud, a un medio ambiente sano y saludable, a una educación básica gratis y obligatoria, a la protección de todo tipo de abuso físico y mental, entre otros.
Además, conocen cuáles son sus deberes y derechos, para que puedan defenderlos. La ocasión nos hace rememorar las palabras de nuestro comandante Fidel Castro cuando expresó: Nada hay más importante que un niño.