Del Che llega cada día el consejo oportuno, la crítica directa, la convocatoria a la unidad, a la lucha contra el burocratismo, a la desconfianza hacia el imperialismo, llega la perspectiva de fraguar una universidad nueva y un mejor ser humano.
Precisó la sapiencia de la historia para abrigar en sus páginas a los pobres de América, los explotados y vilipendiados, decididos ya a escribir ellos mismos para siempre su propia historia.
Inspira con su ejemplo, insta a seguir al galope en este camino no exento de obstáculos en el que habitan los que no se detienen y los que flaquean, aquellos que prefieren distinguir las manchas del Sol; pero en mayorías los que deciden por el amor y la paz.
Me siento ajena a recordarle en un discurso, o marcar alguno de sus pensamientos en blanco y negro sobre un mural porque prefiero saberle presente y no tolero su ausencia, sobre ella decido tomar como ruta su visión esclarecedora para este y todos los tiempos.
Le percibo en las generaciones que se empinan en este siglo XXI y deciden andar a paso apretado sin perder la ternura, le descubro en los que saben sonreír desde el corazón, en los que dicen Patria sin miedo y sienten por ella el amor especial que José Martí mostró por su Nubia en la obra Abdala, siento que está en aquellos que desestiman la negación y en su lugar erigen ideas y soluciones.
Sencillamente, estás caballero sin miedo y sin tacha, estás en este tiempo difícil que precisa de tus consejos, de esa mirada pura que invita siempre a defender el presente y labrar el futuro.