Quienes nacimos bajo esa mala letra que responde al Bloqueo que hace más de 50 años mantiene el Gobierno estadounidense sobre nuestro país asistimos esta vez, desde nuestra casa mayor, Cuba, a la vigesimoséptima presentación del informe “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, que exige el cese de esa medida genocida.
La historia sabe que es este el castigo más longevo preñado por el odio visceral del vecino-enemigo más cercano de la mayor de las Antillas. Aunque la condena al bloqueo ha tomado fuerza en la ONU, el gobierno de Estados Unidos, es ajeno, sordo y desentendido a ese reclamo de justicia. En verdad no logro imaginar la vida sin bloqueo, pero tengo la certeza de que será más plena.
Más de medio siglo sabe de un pueblo que ha dado muestras de resistencia, que no ha perdido la alegría y ha sabido multiplicar ideas, gestar soluciones y enfrentar desafíos para fraguar la maravilla, esa que se traduce en la defensa de cada conquista.
Ahora, una vez más, tras 26 sesiones de la ONU en que se han alzado voces solidarias en rotundo apoyo a Cuba y condena al bloqueo, vuelve la representación de nuestro país a exponer razones, consecuencias de esa política torcida empeñada en aniquilar la realidad que significa Cuba.
Por estos días desde distintas latitudes trascienden frases de apoyo y respeto hacia nuestro país, también están aquellas que increíblemente nos condenan y casi que aplauden la durabilidad de esa obstinada voluntad del gobierno estadounidense; pero, más allá de aquellos que insisten en buscar las manchas al Sol y recriminar a todo un pueblo, está la verdad que asiste y cuenta con el respaldo de los que llevan el decoro ceñido a la razón.
La más larga guerra económica contra Cuba ha dejado y deja nefastas huellas en sectores como la salud, la educación, la cultura y la inversión extranjera.
El criminal cerco económico, ahora recrudecido con la nueva administración que habita la Casa Blanca está ahí, amparado por quienes sin mirar sus culpas, insisten en marcar con odio y saña la permanencia de una medida que constituye una violación de los derechos humanos.
Ahora, según declaraciones del canciller cubano Bruno Rodríguez la delegación norteamericana presentó ocho enmiendas que buscan dilatar la votación y dificultan adoptar la resolución que pide el fin del cerco económico, comercial y financiero impuesto por Washington.
Pienso que como de costumbre, no faltan artimañas para evadir el reclamo cada vez mayor de la comunidad internacional, ahora es dilatar, dar curva como decimos en buen cubano, cuesta dar razón a la razón.
Bicho teje telarañas con alambres de púa, mientras por acá, seguimos haciendo caminos, sin perder la ternura y con la perseverancia puesta en nuestros sueños.