La obra periodística de José Martí muestra su hacer en diferentes facetas, colaboró con La Revista Universal de México, dirigió La Revista Venezolana, y desde Nueva York fue corresponsal de La Opinión Nacional de Caracas. Redactó la Sección Constante. Publicó unas ciento doce notas sobre curiosidades, historia, letras, ciencia y biografía bajo el seudónimo de M. de Z.
Con gran certeza dijo Cintio Vitier de José Martí: Hizo cátedra de la noticia; laboratorio del suceso, de lo efímero poema, extrajo de lo sucesivo, leyes. Expuso con olor a tinta fresca y para siempre, su galería de retratos ejemplares.
En mi opinión La Edad de Oro, páginas cargadas de amor de padre y maestro y de humanismo es finísimo regalo a niñas y niños, a quienes aporta enseñanza y valores esenciales para formarse como buenos seres humanos.
Hasta nuestros días trasciende el legado martiano, llega como luz que aclara caminos, que fortalece el espíritu. Hablar de su periodismo va más allá de rememorar su obra, sus artículos y crónicas, hablar de su periodismo significa beber de esa fuente que insta a la inteligencia misma para dejar huella a cada paso y no palabra vacía u olvidada.
Considero que en José Martí encontramos al más grande periodista de la segunda mitad del siglo diecinueve, creador de estilos, distinguido además por esa manera auténtica que lo hizo convertir a la profesión en tribuna donde elocuencia y sabiduría transitaron impecablemente unidas.
No honraremos a Martí por multiplicarlo en bustos, por repetir sus frases, por mencionarlo una y otra vez en este enero que lo vio nacer o en el quinto mes del año que estampa su caída en combate, la mejor manera de no dejarlo morir es poniendo el corazón y el pensamiento con fertilidad sana y con la perspectiva de superarnos a nosotros mismos cada día como mejores seres humanos.