Sucede, que como me decía ayer mi colega Adaenis, con Radio Camoa, la emisora de San José de las Lajas pasa algo especial, una sabe cuando llega, pero le cuesta trabajo salir.
Es ese sitio en el que los compañeros te resultan amigos, y algunos sobrepasan esa categoría y se les siente hermanos.
He sido testigo de la gestión de una obra, del aporte de muchos, del disfrute colectivo por el éxito y de la tristeza que también nos une cuando problema nos golpea o cuando la ausencia de alguien es para toda la vida, como nos sucedió con Mabel, una editora que ya hace un año no nos acompaña.
Las madrugadas en ocasiones nos han descubierto insomnes, el silencio y la quietud de muchas noches han sido testigos de la búsqueda de la perfección; el cansancio aflora, pero es tanta la buena vibra que al final, cuando está el resultado y concluye el documental o el reportaje, en los que hemos puesto el alma y el corazón, el cansancio se hace diminuto.
Las carencias claro que golpean, y sé que soy inconforme y que añoro, sueño e insisto en que todo lo necesario esté ahí para seguir dibujando desde el sonido, para irrumpir en esta ciudad capital cada día con el mensaje más nítido, con la originalidad en nuestra mirada, la inmediatez y el criterio como ropaje imprescindible para seguir haciendo radio.
En fin, que si por esto que les comparto caigo en la cursilería, pues sí… Radio Camoa, es mi segunda casa.