¨Si cocinas como caminas, me como hasta la raspita ¨.Luego dicen que las flores no caminan”. Clásicos, originales, ingeniosos; los piropos son la exaltación de la belleza, la perfección y la divinidad de la mujer.
En más de una ocasión las mujeres cubanas hemos sido objeto inspiración de un piropo y es que su uso es muy común en nuestra sociedad, tanto así que podemos decir que forma parte de nuestra cultura y de esa autenticidad que nos distingue en el mundo entero.
Aunque son habituales, los piropos no dejan de sorprendernos nunca, quizás por su perspicacia o por el notable matiz de humor de algunos.
Sin embargo, a pesar de la variedad de los mismos y de la riqueza del idioma español, algunas personas emplean expresiones, en las que el irrespeto y la vulgaridad son evidentes, la mayoría de las veces acompañadas de una mirada demasiado lasciva para el pudor de una mujer.
No debemos confundir el acoso, que constituye una forma más de violencia contra la mujer con el piropo halagador y espontáneo, tan propio del cubano. Esa actitud denigra la dignidad y el decoro de las féminas.
Pienso que difundir con mayor profundidad el tema en los medios de comunicación masiva y la aprobación de leyes más severas que protejan a la mujer y sancionen el acoso son algunas soluciones que contribuirán a la eliminación de estos tan desagradables episodios.
Considero que el mejor elogio, el más oportuno es aquel que se impregna en nuestra memoria e incita nuestra sonrisa con sinceras palabras; ya que, como expresó José Martí: ¨La manera de decir realza el valor de lo que se dice¨.