Lorca y su amor por Cuba

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De visita en La Habana, Federico García Lorca escribe una carta a sus padres y le dice: “Esta isla es un paraíso”. Con esta frase el dramaturgo español sellaba un pacto de amor con la mayor de las Antillas que lo convertiría en uno de los más fieles admiradores de Cuba. 

En su visita, allá por el año 1930,  recorrió barrios marginales de La Habana, para conocer esa otra cara que no sabía de tertulias literarias. De esa manera apreció el sabor cubano y popular, que quizás le inspiró para escribir su poema Son de negros en Cuba. 

A lo largo de tantos y tantos años, innumerables compañías teatrales fijan su identidad con la lengua española desde el teatro de Federico García Lorca.  Lo asumen en cualquier parte de esta familia de pueblos de un lado y del otro del océano. 

El paso del tiempo confirma la trascendencia de una obra que el reloj  no logra desfasar.  El idioma español, extraordinariamente rico en variedades lexicales, tiene en Federico al creador que halló los signos de la mejor universalidad posible, para estar en todas partes y en cualquier día posible del mundo. 

Sus personajes escaparon desde el principio de cualquier clasificación tradicional o camisa de fuerza, para ser exclusivos o sencillamente lorquianos.  En ellos parece coincidir todo lo bueno y todo lo malo del mundo, a manera de seria advertencia para ayudarnos a vivir, y de paso conocer las criptas del espíritu humano, su capacidad de hacer y de deshacer. 

Existe el testimonio de que Bernarda Alba era realmente una tía suya, con quien, se dice, fue especialmente injusto y duro. Pero quien no admiró esa obra, donde se destacan rasgos de la España profunda de principios del pasado siglo veinte donde el papel de la mujer era secundario. 

La trilogía lorquiana nos atrapa también con otras dos obras teatrales, Bodas de sangre y Yerma; mientras que La casada infiel, se inscribe como uno de los poemas más eróticos escritos en español. Definitivamente, el amor y la muerte, el prejuicio y la lucha, son leitmotiv en la literatura del poeta granadino, porque esas sencillamente son las esencias del alma. 

El asesinato de Federico García Lorca se registra sin falta en el poema: “Y se le vio caminar entre fusiles”. Al hecho lo circundan varias versiones, una de ellas precisa que lo mataron entre la noche del 18 de agosto y la madrugada del 19 de mil 936.Su ejecución se relaciona con el levantamiento militar de la Guerra Civil Española por su afinidad con el Frente Popular y por ser abiertamente homosexual.

 El acontecimiento certifica un tiempo de dolor,  una premonición del propio Federico: “Si un día me pierdo, búsquenme en Granada o en Cuba”. 

A pesar del aniversario 81 de su muerte, se le ve en el mar que no deja de moverse, en una cita con ángeles,  se le ve aún caminar entre poema y memoria, como tanto quiso, aquí en Cuba, que jamás se cansa de amarlo en el tiempo.  

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