La generosidad, una actitud vital

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Ana Rodríguez es una niña de diez años de edad que sobresale entre sus compañeros, no por su rendimiento académico, aunque es una buena estudiante, ni por sus dotes de líder, sino por su generosidad. 

El ayudar a otros y ofrecer todo lo que tiene, es para ella un acto cotidiano, puede vérsele compartir su merienda,desprenderse de sus lápices,colores u otros utensilios,ante aquellos que por alguna razón no cuentan con esos materiales escolares. 

Ella también es la primera en consolar o ayudar a los más indefensos y los que necesitan de apoyo para vencer alguna materia; estos actos generosos de Anita no son casualidad, son el resultado de la educación recibida desde la cuna por una familia que asume la generosidad como una condición de vida. 

Al observar a esta pequeña imagino un núcleo familiar feliz, lleno de armonía y amor, donde el trato generoso a todos sus miembros siempre está presente. 

Lo cierto es que en la educación el aprendizaje está ligado a la ejercitación   o la repetición y para lograr en los hijos este valor tan genuino los familiares deben ser consecuentes con sus actitudes por ser ellos las personas a imitar. 

Educar al ser humano desde la infancia es una gran obra y al fomentar en ellos valores como la generosidad se formarán mujeres y hombres capaces de transformar nuestro mundo en un espacio pacífico y armonioso. 

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