La añoranza, de aquí y de allá

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Aunque algunas películas y canciones reflejan la añoranza, la vida demuestra que es recurrente y que sorprende a generaciones de cubanas y cubanos, aislados en tiempo y distancias. 90 millas hace más de medio siglo marcan una barrera que ha truncado a familiares y amigos de aquí y de allá, con ese freno que limita y obstruye, que siembra tristezas y acelera la nostalgia. Que unos llaman embargo, pero que su nombre real es Bloqueo

Quienes un día marcharon de la tierra que les vio nacer inspirados en mejoras económicas , en la reunificación familiar, o sencillamente tras el canto de sirena que seduce y conmina a dejar camino por vereda, abrigan razones que les atan para siempre a esta hermosa isla.

Es que la peculiaridad de la mayor de las Antillas, la idiosincrasia de sus naturales sienta un modo de convivencia difícil de olvidar, ese que va por encima de carencias y limitaciones, ese que permite unir hasta a desconocidos ante un momento de tristeza o ante situaciones que requieren coraje, solidaridad y ternura.

Claro, que no todos los que están allá experimentan la misma añoranza, están aquellos que marcharon un día evadiendo crímenes y un pretérito tormentoso. Son eso que no toleran el camino escogido por Cuba, y por aniquilar esa realidad ponen a prueba todo su poderío y con él, las más macabras acciones. Esos añoran retornar al pasado, a cualquier precio.

Pero están los otros, aquellos, que nunca han dejado de amar a esta tierra, que jamás han movido un dedo para apostar contra Cuba,  que aún con pensamientos e ideologías diferentes, aceptan, respetan y llevan en su corazón el tiempo vivido y no olvidado, los amigos de entonces, las razones que los calzaron como cubanos para toda la vida.

La añoranza habita en los que desde distintas latitudes, separados por océanos y años, albergan en su corazón y en su memoria un especialísimo interés por su tierra madre. Son esos que vibran cuando perciben su bandera, escuchan el himno, son los mismos que se enorgullecen ante la victoria de un  paisano, porque añoran el regreso, añoran el encuentro con sus raíces, con los amigos, con la familia que siempre aguarda.

90 millas sientan hoy una distancia que ha cobrado vidas en el mar, 90 millas marcan un espacio que lamentablemente el bloqueo multiplica, y lo peor, la mentalidad de algunos recrudece.

Por encima de esta realidad, va Cuba, hermosa tierra que no renuncia a su independencia, madre de hombres y mujeres soles, que aman, aceptan los más insospechados desafíos, creen en la Caridad del Cobre, van a consultas espirituales, se unen como cristianos para leer la biblia, militan en el Partido Comunista o la UJC, desfilan un  primero de mayo con el mayor dinamismo, bailan como los mejores con Van van, multiplican como suyas las metáforas de Buena Fe, deciden rectificar errores, cumplen sanciones y vuelven a la sociedad que no les da la espalda y  todos, como fuerza exclusiva, enrumban la ruta para perfeccionar el camino.

En tanto,  la añoranza se hospeda aquí y allá, en unos por volver, en otros por ir al menos una vez, se sacude como quién espanta el polvo o las lloviznas, pero sigue ahí, alimentando la esperanza por ese día que ha de llegar en que un mundo mejor testifique que falleció el bloqueo y la añoranza se arropó de felicidad, porque existe, de eso no tengan dudas.

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