Al acercarse el cierre de un año es imposible no repasar o hacer un balance de lo vivido durante el mismo, tomar nota de los errores, enorgullecerse de los éxitos y replantearse cuáles serán las metas, para el nuevo período que se avecina.
Pero este balance culmina siempre con broche de oro al efectuarse en cada hogar cubano, el 31 de diciembre, la cena o fiesta de fin de año, donde toda la familia se reúne para disfrutar de una celebración llena de costumbres y tradición.
Entre ellas esta esa cena abundante donde para cubanas y cubanos no puede faltar ese lechón asado, el arroz moro o congrí y la yuca con mojo, platos muy típicos y representativos de nuestra nación y en algunos lugares del mundo.
Alrededor de esta celebración, están también algunos rituales como el de tirar a las 12 de la noche un cubo de agua en la entrada de la casa para lanzar con él las posibles malas vibraciones y dejar limpio el hogar para recibir el año nuevo con buenas energías.
Y qué decir de la quema del muñeco una acción de pura creación al confeccionarlo con materiales diversos y mostrar diseños varios y muy originales. Este es un rito que tiene el propósito primero de unir no solo a la familia, sino también a los vecinos para juntos ponerle fin y dejar atrás los acontecimientos negativos vividos en ese año.
Otras tradiciones no comunes en nuestro país están relacionadas con la toma de las doce uvas, vestir ropa interior de color rojo, amarillo o verde para la prosperidad, la salud y el amor; así como dar una vuelta a la manzana con las maletas para augurar un año lleno de viajes.
Lo cierto es que esta celebración es un motivo propicio para la unión familiar, principalmente esos núcleos que durante todo el año no tienen el tiempo para compartir por estar ocupados con el trabajo, el estudio u otra razón. Llega el fin de año y la alegría se adueña de cada hogar para hacer firme el propósito de unidad y de buenos augurios para el año que está por llegar.