El Día del miliciano en Cuba es una fecha de trascendental significación por las circunstancias en que surge aquel 16 de abril de 1961, cuando la patria enardecida rechazaba la vil agresión a nuestros aeropuertos y la caída en combate de 7 cubanos valiosos y otros 53 heridos por la metralla de los mercenarios yanqui.
Desde el mismo triunfo de la Revolución Cubana el gobierno de los Estados Unidos se propuso acabar con las nuevas tendencias que mostraba el joven estado cubano y que propugnaba la alianza entre los obreros y los campesinos y el derecho por igual, sin discriminación de ningún tipo entre los ciudadanos.
Precisamente esa esencia mostrada por doquier fue la que desencadenó desde el principio el odio y la intolerancia que llevaron al imperialismo norteamericano a desatar una campaña, que dura hasta nuestros días, pues era un “mal ejemplo” para una América infinitamente pisoteada por el amo del norte, un mal que también perdura lamentablemente en nuestros días.
Pero aquel 16 de abril de 1961 había un pueblo que para los incrédulos parecía hechizado al atreverse a responder con decoro a la potencia engreída que todavía nos desprecia.
Pero no era hechizo, sino la realidad de haber coincidido en época un pueblo decidido y un líder incomparable, ambos dispuestos a corroborar con hechos la palabra. Y aquel día, en la esquina capitalina de 23 y 12, durante el sepelio de los caídos en combate la desafortunada víspera, la palabra era breve pero contundente, tan fuerte como la férrea decisión de cumplirla al pie de la letra sin importar las consecuencias.
¡Patría o Muerte! ¡Venceremos!
Fue el grito de guerra que lanzó la multitud enardecida en respuesta al esclarecedor discurso de Fidel en su segundo encuentro con el pueblo en aquella esquina que pasó a la historia definitivamente.
El 15 de abril de mil 1961 los aeropuertos cubanos de Santiago de Cuba, San Antonio de los Baños y Ciudad Libertad habían sido agredidos por aviones B-26 del ejército norteamericano, siguiendo un guión de la Agencia Central de inteligencia de los Estados Unidos.
Según la trama aquellos pilotos mercenarios fueron presentados posteriormente como “desertores de la Fuerza Aérea cubana que antes de abandonar el país decidieron bombardear los aeropuertos”. Una mentira infame que se quedó al desnudo en pocas horas.
En el discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro aquel 16 de abril, el líder cubano desmintió la patraña imperialista y desentrañó las mentiras difundidas por las agencias al servicio del imperio y dejó clara la disposición del pueblo y su gobierno de luchar por la independencia de Cuba hasta la última gota de sangre.
De aquella magna concentración el pueblo partió a los puestos de la Milicia Nacional Revolucionaria entonando las notas del Himno Nacional para marchar a los puestos de combate, pues ya el máximo líder había vaticinado los cobardes hechos del 15 como el preludio de una invasión posterior de mayor envergadura y era preciso estar alerta en toda la nación.
Tal presagio no tardó en revelarse. La madrugada del 17 de abril puso a prueba la decisión de los cubanos de salvar la patria o morir por ella.