Un Quijote eternamente cubano

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Que los verdaderos hombres se forman en las situaciones más adversas de la vida fue una concepción del guerrillero heroico; y era él precisamente, un ejemplo de hombre íntegro, honesto y revolucionario.

Infinitas anécdotas se cuentan sobre el Che, en cada una, resplandece su compañerismo, lealtad, intransigencia, pero, sobre todo, su valor para enfrentarse a cualquier peligro que acechara a los pueblos humildes de la América Latina o de cualquier parte del mundo. 

Ernesto Guevara de la Serna nació en Argentina, el 14 de junio de 1928, pero dejó profundas raíces en el suelo cubano, sintiendo como suya la patria de Martí, Fidel y otras personalidades insignes de la historia de Cuba. 

Cada día, como homenaje a este hombre sin igual, educamos al joven relevo por el camino de un héroe de la Revolución que jamás le temió a la muerte a pesar de desafiarla continuamente. 

Hoy día, brigadas de solidaridad de otras latitudes se hacen llamar Ernesto Che Guevara por lo que este nombre representa y por el cúmulo de valores que se transmiten solo de mencionar su nombre. 

Ejemplo de admiración lo es también el lema “Pioneros por el comunismo: seremos como el Che”, que continuamente escuchamos en labios de las nuevas generaciones, muestra del respeto hacia una personalidad única y el orgullo de saberlo tan cubano como ellos mismos. 

De su férrea voluntad se pudiera decir mucho, pero nada lo caracterizaría mejor que sus propias palabras al afirmar: “seguiré mi vida bohemia hasta quién sabe cuándo, para ir a aterrizar con mis huesos pecadores a la Argentina, donde tengo que cumplir el deber de abandonar la capa de caballero andante y tomar algún artefacto de combate”.

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