El Che Vive

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De Santa Cruz a Valle Grande, unas diez horas de viaje. De Valle Grande a la Higuera, poco más de 60 kilómetros y unas tres horas de travesía. El viajero enfrentará un camino abrazado por la polvareda, si es invierno o inundado por los lodazales, si decide hacer el trayecto en verano. No obstante, esos detalles carecen de importancia para quienes deciden ir al encuentro del Che Guevara. 

Miles de personas de todo el mundo desandan cada año la “ruta del Che”, en Bolivia en el intento por descubrir el enigma de un hombre que según el escritor Eduardo Galeano, “tiene esta peligrosa costumbre de seguir naciendo”. 

Descubrir el sitio donde el Che rejuvenece es una deuda muy íntima y múltiple en la que se encierran sueños, compromisos, esperanzas, de ahí que quienes hacen el viaje, convertido en tour en los últimos años, ya no serán las mismas después. 

Entre los atractivos del lugar se encuentra un museo que revela a rasgos la ruta de los guerrilleros que llegaron hasta allí en 1967 procedentes de la Quebrada del Yuro, donde el Guerrillero fue herido y donde hace algunos años esculpieron en una piedra la frase: “el Che vive”. 

Un busto gigante replica la imagen que Korda inmortalizó, y engrandece ese sitio anónimo de la geografía boliviana, hasta hace casi un siglo atrás. La escultura atrae como un imán a la gente que rodea y acaricia el rostro de piedra para luego honrar en una foto el encuentro con el amigo. 

Los mismos campesinos de la zona que cultivan maíz, papa, ají, maní y trigo se trasmutan en guías turísticos y cumplirán a las mil maravillas el encargo de fascinar a los viajeros con las historias del soldado argentino cubano. 

El peregrinaje incluye el antiguo aeropuerto de Valle Grande donde en 1997 hallaron los restos del Che y de la mayoría de sus compañeros, también la réplica del lavadero en el Hospital donde reposó su cadáver y donde el aire permanece saturado de rezos, flashes y asombros. 

Luego de culminar esta travesía la idea de que el Che está vivo será más firme en la conciencia de la gente que quiso encontrarlo en La Higuera. Y es que su ejemplo asalta desde todas partes para transformarse en luz y amanecer.

Sin embargo, para llegar al Che, vivir como él y estar a su altura la clave está en este mensaje permanente de su hija Aleida Guevara:  

“El mejor homenaje no es rendir un día tributo a un hombre, es llevarlo a la práctica, es hacer realidad sus sueños. Entonces, más que una camiseta, más que una bandera es la actitud consecuente de nosotros ante la vida para que esa pérdida tan grande que sufrió toda la izquierda de la humanidad no sea en vano. Por todos los medios intento que las personas entiendan que el Che no puede ser una imagen vacía: es la imagen de un pueblo, es la imagen del futuro, es la imagen de lucha por un mundo mejor”.

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