No es menos cierto que en el Caribe siempre hay un barco. El Granma se inscribe en la fundación perpetua de lo real maravilloso en estas tierras de promisión. El 2 de diciembre de 1956 certificaba una inmensidad de razones.
A diario irrumpen en nuestros hogares, llegan sin pedir permiso y traen consigo el saludo, la invitación constante al conocimiento, al disfrute de la música, el oportuno consejo o la sugerencia que puede hacernos la vida más fácil.
Principiantes en el arte del buen decir, apropiados de la fragancia de la mocedad a diario desafían el tiempo para hacerse de un estilo que les permita llegar y quedar en ese inmenso público que les escucha.
Desde el inicio de las actividades del concurso y evento teórico Ania Pino in Memoriam, en San José de las Lajas el pasado 5 de noviembre, comencé a admitir que en realidad yo no conocía a la merecedora de tantas muestras de respeto y cariño, pues solo sabía que era una buena periodista del territorio.