Pablo y Patricia forman parte de ese grupo de jóvenes que prefiere la unión libre al matrimonio tradicional.
Estos dos universitarios desde hace cinco años viven juntos en casa de la familia de Patricia y comentan no necesitar un papel para concretar esa unión, son felices y una boda para ellos sería desaprovechar el dinero que pueden emplear en cosas más urgentes.
En ese fenómeno que abunda en nuestros días intervienen varios factores, entre ellos, en mi opinión el de mayor peso es la crisis económica, ya que esta no permite a gran parte de la juventud independizarse de la familia, contar con una vivienda, aspecto que incide en la tardía responsabilidad como adultos.
A la unión, no signada ante notario algunos llegan por decisión propia y otros como la única alternativa para construir un vínculo de pareja estable, asumiendo la complejidad de una convivencia con diferentes grupos generacionales.
La prioridad de un proyecto laboral también influye en la decisión de estas parejas jóvenes, en retrasar un matrimonio y optar por esas uniones consensuales para mantener una relación de pareja estable.
Otro factor que desmotiva la unión matrimonial es la falta de opciones para realizar una boda, en la actualidad no se garantiza como antes la reservación en una instalación turística para el disfrute de la Luna de Miel, la mayoría de los Palacios de Matrimonios están en malas condiciones y qué decir de los precios del alquiler de los trajes.
A pesar de lo antes expuesto soy de la opinión que las uniones libres no son una moda, aunque para algunos, como Pablo y Patricia sencillamente resulta “la opción”.