Pero si reflexionamos en lo que realmente significa esta fecha, yo coincido en afirmar que “Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección” como expresó el escritor francés, Antoine de Saint-Exupery.
Es establecer un compromiso con la vida para ser mejores seres humanos en colectividad.
En el caso de la familia, afianzar la armonía y emprender un sendero con iguales propósitos, evitar las discusiones y la violencia para desterrar el dolor que causamos, especialmente a los más pequeños de casa.
Para mí es esencial ese calor humano que se esparce cuando hay respeto, cuando el cariño minimiza cualquier discrepancia y sale a flote la amistad, esa que acompaña a los hombres y mujeres en los buenos y malos momentos de la vida.
No hay nada tan placentero como una reunión o encuentro entre amigos. Aparecen de inmediato las historias pasadas y por supuesto, las anécdotas chistosas que nos hicieron felices, o el consejo para esquivar las zancadillas del día a día, el abrazo oportuno y necesario de quien te ha sido fiel todo el tiempo; o simplemente, la sonrisa, esa que transforma lo sucio en oro.
De veras que hay grandeza en el amor y la amistad, por eso es preciso multiplicarlos, defender sus principios y extender el Día de los enamorados a todas y cada una de las jornadas que nos quedan por vivir.