La próxima visita de Obama a Cuba ha despertado interés y expectativas. Los comentarios corren ligeros, y hasta chistes atinados se escuchan por nuestras acalles, y es esa idiosincrasia de cubanas y cubanos, oportunos para cualquier eventualidad, altruistas hasta la médula y optimistas por vocación.
En las redes sociales, ha suscitado interés la noticia, los hay que abrazan el acontecimiento, devenido además suceso histórico, porque en casi 90 años, un presidente de Estados Unidos pisará suelo cubano.
Otros por el contrario, arropados del odio más desgarrador muestran su ira, inconformidad, descontento y soberbia; en fin, que desde ahora hasta marzo tendrán para pesadillas e irritaciones.
De todo esto, a ojos luz, un suceso imprime su impronta en este siglo 21, las diferencias entre dos naciones, la hostilidad, la increíble distancia marcada por solo 90 millas, familias que truncaron la comunicación, desarraigo de algunos, la historia misma que no olvida sucesos que ocasionaron dolor y muerte pero a su vez, también la luz para hacer más transitable el camino, el reconcilio, el entendimiento, sobre el más depurado respeto, sobre la fidelidad a los principios.
De ayer a hoy no median solo 24 horas, de pasado al presente va un trecho que no se hospeda en la amnesia, pero sí en la razón, en esa manera de crecer y reconocer, de definir y defender, de superar y por encima de toda diferencia avivar la esperanza y el sentido común.
Creo que más allá de las pretensiones del presidente estadounidense con su visita a Cuba, estará una realidad que desconoce y que estoy segura marcará su vida, podrá conocer, si lo desea, de desarrollo científico, de los logros de la salud a pesar de las carencias que tanto apuntala el bloqueo, de los resultados educacionales, de la atención a la niñez y la juventud y la garantía de vida para la tercera edad.
Conocerá también esta tierra de aromas inigualables, café, tabaco, caña, de humor del bueno, de ese que provoca más risa que la cosquilla y podrá poner a prueba sus raíces, porque rumba, conga y guaguancó serán suficientes para hacerle mover sus pies.
La noticia corre ligera en este mes del amor y la amistad, unos dicen que ahora sí llegará a su fin el bloqueo, otros se preguntan qué pasará en lo sucesivo, los hay que aplauden el acontecimiento y los que dicen nunca imaginaron ser testigos del hecho que se avecina, también que habrá que incluir nuevas páginas a nuestros libros de historia.
Como dijo José Martí: Las causas no necesitan solamente razón: necesitan razón y cortesía, derecho y mesura.
Sin lugar a dudas la noticia ha tenido una acogida mayoritariamente favorable también en Estados Unidos, aunque algunos en eterno y encarnizado odio insistan en entorpecer cualquier nivel de entendimiento.
Como dijo el más universal de los cubanos: Y mientras unos se preparan para deslumbrar, para dividir, para intrigar, para llevarse el tajo con el pico del águila ladrona, otros se disponen a merecer el comercio apetecido, con la honradez del trato y el respeto a la libertad ajena.
La vida continúa por acá por la mayor de las Antillas, marzo se acerca y también un acontecimiento histórico, el presidente estadounidense Barack Obama visitará Cuba, si bien habita la expectativa en cubanas y cubanos y en el mundo, estoy segura que también para el mandatario estadounidense, ya lo dijo el apóstol cubano:
La política es el arte de inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna; de adecuarse al momento presente, sin que la adecuación cueste el sacrificio, o la merma del ideal que se persigue; de cejar para tomar empuje; de caer sobre el enemigo, antes de que tenga sus ejércitos en fila y su batalla preparada.