¿Cantidad y calidad, son sinónimos?, esta es una interrogante que me sorprende a diario, pues en algunos centros gastronómicos y de servicios de San José de las Lajas el incremento de las ofertas, equivale a un progreso en sus prestaciones, pero, ¿y la calidad?
Ampliar o diversificar las propuestas para el consumidor es válida, pero siempre con la presencia de la calidad del producto.
Las tablillas de algunos puntos de ventas en la capital de Mayabeque están rebosantes e invitan al comensal a saborear sus ofertas, sin embargo en ocasiones la calidad está ausente.
Sucede con frecuencia con las croquetas, cuya textura y sabor se alejan del buen gusto, al igual que con algunos jugos y refrescos, muchas veces solo identificados por su color.
Tales ejemplos son una muestra del irrespeto al cliente que muchas veces por pena o por la necesidad vital de alimentarse, olvida u obvia reclamar sus derechos y exigir un producto bien elaborado.
Con la desaparición de algunos comedores y la deficiente elaboración de alimentos en otros, cada día suman unos cuantos los que acuden a cafeterías estatales y particulares donde no siempre encuentran la mejor oferta.
La calidad, debe ser la palabra de orden, no solo en la gastronomía sino en todas las ramas de la economía, porque para ser competitivos los productos deben cumplir las normas de calidad y el respeto ha de primar, porque a las claras, cantidad y calidad no son sinónimos.