Día del educador, día de homenaje y recuerdos

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“La enseñanza ¿quién no lo sabe? es ante todo una obra de infinito amor.”

José Martí.

Se avecina el Día del educador, el venidero 22 de diciembre, fecha que Cuba celebra la culminación exitosa de la Campaña de Alfabetización librada en 1961.

Ese día nuestro país  fue proclamado Territorio Libre de Analfabetismo, tras la batalla emprendida por un ejército de maestros voluntarios que respondió al llamado de Fidel para alfabetizar en llanos y montañas, hasta en los lugares más apartados  a todos aquellos desprovistos de conocimientos.

La efeméride no marca un día más en el calendario, señala un suceso en nuestra historia, que visto 54 años después, implica análisis y reconocimiento a aquellos jóvenes, que desafiaron peligros, en algunos casos desde la adolescencia misma, para cumplir una tarea.

A las generaciones de ayer aquel hecho no se les olvida, a las de hoy es menester llevar ese mensaje, la actitud de los que mostraron tamaña sensibilidad y solidaridad y fueron a cumplir con el deber, con ese sano deber que fue en aquel momento enseñar.

Cuando llega este día, antecedido por toda una jornada de homenaje y reconocimiento a los educadores de hoy, basta saber como expresó el más universal de los cubanos, que “La educación suaviza más que la prosperidad”, de ahí que la misión de todos los tiempos es llevar a las aulas no solo sabiduría, sino valores que traídos desde la cuna encuentran en las escuelas la fortaleza para la mejor formación de los educandos.

Cada 22 de diciembre Cuba celebra su declaración como territorio libre de analfabetismo, una ardua batalla que llevó a adolescentes y jóvenes a llanos y montañas, a los sitios más apartados para dejar allí el apetito del saber y sepultar así la ignorancia y el desconocimiento.

Aquella generación de maestros voluntarios, irrumpió con el ímpetu de los que saben de victorias y no de temores, así, vestidos de alfabetizadores llevaron la luz de la enseñanza, esa que iluminó a la mayor de las Antillas y le permitió a sus hijos asumir un camino difícil pero no imposible.

No creo que sea solo un  día el que debamos reconocer a quienes ayer hicieron historia y a quienes hoy la continúan, vivimos otra época, la batalla es diferente y para su total victoria requiere del apoyo y participación de la familia, es un engranaje necesario para la correcta formación de los educandos.

Las limitaciones abundan en nuestra isla bloqueada, pero jamás la esperanza será prisionera, por ello cada primer lunes de septiembre aulas y maestros reciben a los educandos en todas las escuelas de Cuba, en ese hecho común que no nos causa asombro, pero que aún es la mayor carencia en nuestro planeta.

“La enseñanza ¿quién no lo sabe? es ante todo una obra de infinito amor”, escribió José Martí, aseveración que constituye una constante convocatoria a disponer el más universal de los sentimientos en el arte de enseñar

Tanto implica el mérito de enseñar, y enseñar bien, que jamás olvidamos a nuestros primeros maestros, a esas personas especiales que  descubrieron nuestras destrezas y preferencias por una u otra asignatura, los mismos que nos requirieron ante algo mal hecho y nos ayudaron con los trazos en esa observancia y seguimiento esenciales en cada estudiante.

Sea este 22 de diciembre un día para celebrar, para reconocer el trabajo de quienes desde el aula forjan a los hombres y mujeres del mañana, esas personas que continúan el legado de aquellos maestros que dispusieron la voluntad y todo su empeño en una tarea especial: alfabetizar.

 

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