Anda triste la música, la guitarra llora. Adiós, palabra que presagia despedida, intenta adueñarse de este espacio, en que trato una y otra vez no habite.
Anda triste la música porque dice adiós Teresita Fernández, esa trovadora amiga de todos los niños, los que ayer lo fuimos, los que hoy lo son y sé que también será amiga de los que llegarán mañana.
Un grupo de anécdotas recurren a mi mente. Su pasión por los animales, su adoración por la alegría de los infantes, su tiempo especial para compartir vivencias…
Así era esa gran compositora, esa mujer que descubrió más de una vez a adultos emocionados que le confesaron crecieron cantando sus canciones, las mismas que también cantaron después a sus hijos.
La conocí personalmente, en San José de las Lajas, en ocasión de un Festival Nacional de la Radio que sesionó en esta ciudad.
Fui una de las tantas personas que se le acercó para comentarle sobre su obra y ese nudo perfecto que habían hecho sus canciones conmigo durante mi infancia. Sabía yo que aquellos días de Festival serían memorables y quise compartir con mi hija, entonces de solo 5 añitos tanta felicidad.
Teresita, fue conmigo hasta el teléfono, (la idea fue de ella), llamé a mi casa y ella cantó para mi hija y mi hija cantó para ella ese himno infantil que fue y será Vinagrito…
Ha pasado el tiempo, ya mi pequeña de ayer tiene 22 años y atesora entre sus más preciados regalos, aquel día en que una voz le dijo: “No sé si me conoces, solo te voy a decir que me gustan los animalitos, que me gusta cantar y adoro a todos los niños, te voy a cantar una canción a ver si la conoces tú”…
Bastó que comenzara…casi al instante Dayanna la sorprendió y le dijo: “Usted es Teresita y esa canción es del gatito Vinagrito”. Su emoción fue inmensa, me confesó después que eran esas alegrías las que premiaban su creación. Así era ella, más allá de la guitarra, un corazón tierno y la humildad misma.