El canto divinizado del maestro

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Adelantado al concepto de desarrollo sostenible y previsor como nadie José Martí expresó: “El mundo sangra sin cesar de los crímenes que en él se cometen contra la naturaleza”. Nos mostró la importancia de ser consecuentes con el cuidado y preservación de todo lo que nos rodea, a confiar en esa constante armonía y a la relación con nuestro medio.
Su prosa y sus versos mostraron respeto, sensatez y sobre todo amor por la vida circundante. Brillantes y aleccionadoras concepciones del maestro viajan a estos tiempos, cuando las grandes compañías lanzan productos y gases que contaminan mares y envenenan el aire que respiramos. Un mundo que cada vez se destruye más con la tala indiscriminada de árboles, transformada en la riqueza de unos pocos.
“En los bosques como en política, no es lícito derribar para edificar las ruinas… el mundo sangra sin cesar de los crímenes que se comenten contra la naturaleza”, una de sus frases más conocidas, válida también en nuestros días.
El hombre ha sido capaz de alterar el equilibrio de los principales sistemas vitales poniendo en peligro la existencia. Martí no estuvo ajeno a los problemas que vivimos actualmente. Su pensamiento avanzado esbozó planteamientos que serían retomados por movimientos ecologistas contemporáneos.
Desde fechas tempranas escribió varios artículos relacionados con el tema. Denunció la deforestación del planeta y las consecuencias negativas del uso irracional de los recursos naturales.
En sus escritos el Héroe Nacional enfatizó sobre el verdadero y genuino culto que se le debe profetizar a la Madre Naturaleza por ser la fuente inagotable de toda riqueza material y espiritual, donde el hombre puede vivir solo si está en estrecha relación.
Así, en mayo de 1882 escribe un conmovedor artículo en “La Opinión Nacional de Caracas”, con motivo de la muerte del gran filósofo norteamericano Emerson, en el cual desarrolla importantes ideas sobre la vida, la ciencia, lo humano y lo sobrehumano, en él enunció: “…El bosque vuelve al hombre a la razón y a la fe, y es la juventud perpetua. El bosque alegra, como una buena acción. La naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre. Y el hombre no se haya completo, ni se eleva a sí mismo, ni ve lo invisible, sino en su íntima relación con la naturaleza. ¡Oh! No hay crianza como la de esta vida directa, esta lección genuina, estas relaciones ingenuas y profundas de la naturaleza con el hombre”.
En las páginas de la historia se escucha el canto divinizado del maestro, respetarlo y entenderlo depende de nosotros.

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