Garantizar una infancia feliz en Cuba no es una utopía, más bien es un deber que acuna el sistema social cubano.
Cientos de escuelas existen a lo largo y ancho de la isla, espacios donde educar e instruir a los infantes es una tarea que acogen con beneplácito cada día los educadores cubanos.
La salud de los infantes es otra de las tareas priorizadas en esta isla desde el momento de su formación, en el vientre materno, atención que ha permitido que Cuba reporte una de las tasas de mortalidad infantil más bajas del mundo, comparable con la de países altamente desarrollados.
La cultura integral de los nuevos retoños, no se descuida tampoco en la isla, en la que se fomenta el trabajo de las casas de cultura, anfiteatros, cines y otros escenarios donde se desarrollan disímiles proyectos artísticos.
A garantizar el sano esparcimiento de los que saben querer como dijera el Apóstol también centra sus esfuerzos el gobierno cubano.
Sin distinción de raza credo o sexo los niños cubanas disfrutan de los derechos estipulados en la Convención de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, vigente desde 1990. Hecho que demuestra que una infancia feliz en Cuba, no es una utopía.