La tarea de ordenamiento es un reto para Cuba por la singularidad del momento en que se emprende tan arriesgada faena.
A diferencia de otros momentos cruciales en la historia del periodo revolucionario de la nación a partir de 1959, la isla atraviesa hoy una atapa que es la más difícil de las 6 décadas transcurridas bajo el nuevo modelo socialista.
Necesitada de una transformación económica para responder a la exigente realidad de una economía global, que pone en crisis sobre todo a los países subdesarrollados, Cuba pone en práctica la tarea de ordenamiento económico para quitar las trabas internas por el mejor desempeño de la economía y a la vez permite enfrentar la agresión económica externa desde nuevas perspectivas.
El reto de esta decisión está marcado por la presencia de la covid-19, adversario que ha puesto al mundo al borde del abismo y del cual Cuba tampoco escapa.
La pandemia llegó en el 2020 como una cuña en el rail que impide al mundo tomar por el rumbo apropiado, como para obligar a la humanidad a reflexione sobre su conducta.
Y en esto también Cuba se incluye con la buena intención de adaptarnos para no desaparecer cual dinosaurio, en una adversidad implacable. Por eso ordenamiento hoy significa mucho más que subir salarios y cambiar precios, priorizar billetes y encontrar divisas.
El justo ordenamiento debe empezar por la comprensión de su objetivo y la naturaleza del propósito, es decir, ordenar primero la mente humana para hacer consecuentemente lo que exige la tarea.
Aunque a alguien le parezca, la tarea ordenamiento no significa hoy una repetición de lo que fueron en otros tiempos los intentos de rectificar errores y tendencias negativas.
En esta ocasión los cambios proponen transformación profunda en la práctica, no es un discurso complaciente para dormirnos mientras pasa el tiempo.
Ordenamiento significa aplicar lo acordado y valorar objetivamente los resultados, sin crear la sensación de que es peor.
El Ordenamiento necesita el tiempo prudente para que la sociedad asimile lo nuevo y pueda comprender que finalmente la diferencia habrá sido para bien.