De las medidas planteadas por el Primer Ministro Manuel Marrero, vamos a analizar dos de las que entrarán en vigor con carácter inmediato: el crecimiento de los aranceles y la extensión del impuesto sobre las ventas a la comercialización mayorista.
En tal sentido, el análisis giró en torno a las importaciones privadas, primero debe aclararse que no hay ninguna reducción arancelaria, al menos para este sector.
Todas las importaciones que realicen los privados a partir de este año, enfrentarán pagos arancelarios aproximadamente 5 veces superiores, al considerarles ahora una tasa de 1x120cup (antes era 1×24). Por algunos productos se van a pagar aranceles aún mayores porque la tarifa arancelaria será mayor. (Oscar Fernández)
De igual manera, la nueva obligación al sector privado de tributar el 10% de impuesto sobre las ventas, no solo por la comercialización minorista sino también por la mayorista. Por cierto, el principio de igualdad que obliga a que un sistema tributario exija iguales tributos a contribuyentes con condiciones iguales, en este caso no se cumple. Hasta el día de hoy las empresas estatales no tienen gravadas sus ventas mayoristas.
En tal sentido, lo más importante es que este es un impuesto profundamente inflacionario por su efecto acumulativo en los precios a lo largo de la cadena.
Los aranceles, los impuestos a las ventas mayoristas, los combustibles y la electricidad son variables altamente inflamables. Al aumentarlos todos, no habrá productos que escapen a sus efectos.
Por otra parte, para mitigar el golpe inflacionario las autoridades de finanzas van a utilizar una herramienta que ya conocemos: ¡Controles de precios! Controles, topes, fichas de costo, tasas máximas de rentabilidad, precios concertados, inspectores, disciplina, controles…. Una y otra y otra vez apostando a lo mismo. ¿Cuánta más evidencia se necesita para demostrar la inefectividad de estos métodos? La solución está por el camino de lograr mayores ofertas (Oscar Fernández)
El objetivo declarado es incrementar los ingresos del presupuesto a corto plazo. Y que esto es, sin dudas, una necesidad imperiosa. Pero el enfoque es errado. Aumentar las obligaciones de aproximadamente la misma cantidad de contribuyentes que estarán desarrollando aproximadamente el mismo nivel de actividad económica no va a cerrar la brecha del presupuesto. No hay forma. (Oscar Fernández)
Por ultimo, este país debería proponerse para 2024 cerrar el año con una cifra cercana a las 30mil Pymes, para luego aspirar a llegar a unos 100mil en 3 años. Esto, además de una magnífica fuente de creación de oferta y empleo, además de impactar directamente en la reducción de precios vía competencia, además de significar una vía probada y efectiva para perforar el bloqueo, también podría aportar a una verdadera expansión de la base imponible, suficiente para revertir el déficit fiscal e incluso incrementar los gastos sociales.
Cuba, debería proponerse cerrar el 2024 con más de mil negocios de inversión extranjera y más de 3mil para el año siguiente, en lugar de la cifra casi récord de 30 que se aprobaron este año. No hay que apostarlo todo a las grandes inversiones. Necesitamos de muchos pequeños proyectos operando rápidamente, cubriendo alguna de las infinitas demandas insatisfechas a nivel local, y que de paso comprometan a cubanos de la diáspora con capacidad de influencia en la política norteamericana hacia Cuba.
Por su puesto, cerrar el 2024 con 500 empresas estatales menos (todas las ineficientes sin futuro), y aunque se mantengan otras mil empresas estatales aún protegidas de la quiebra, deberíamos aspirar a que las otras 500 empresas estatales funcionen con plena autonomía, operando en condiciones de mercado, pagando salarios competitivos, y asumiendo todos los riesgos y fracasos de su gestión.