Muchas veces pasamos por alto una de los mejores patrimonios que atesoramos los seres humanos para hacer más factible el lenguaje, es decir… para dar a conocer nuestro modo de pensar, lo que nos resulta agradable o desacertado, lo que nos urge o aquello que con extremo esfuerzo alcanzamos a expresar porque sencillamente nos apena. Se trata de la gestualidad o vínculo entre las palabras y nuestra proyección corpórea. Hacia el tema encamino mis pasos…
Si nos pudieran filmar, mientras conversamos y posteriormente observarnos a nosotros mismos, nos podríamos dar cuenta de que gran parte de nuestra comunicación no se encuentra en lo que decimos, sino en cómo lo decimos con nuestro idioma gestual.
Muchas veces nos podemos sorprender de lo contradictorio que pueden ser nuestros movimientos y gestos con relación al mensaje que estamos enviando. Por eso es tan importante hacer conciencia de que somos gran parte de lo que proyectamos en nuestra imagen social.
Resulta impactante lo que podemos expresar con nuestros ojos, con el movimiento de los brazos, las muñecas y los dedos; como cambia el interés de la persona a la que le hablas si adoptas ciertas posturas.
A ello está sujeto además nuestro estado de ánimo, por ejemplo el lunes puede que cuentes una anécdota que sea acogida con complacencia por tus compañeros de trabajo, pero al transcurrir la semana, quizás narres la misma historia al mismo grupo y los efectos no sean los similares, porque la curva de escucha e interés ha descendido con el derroche de esfuerzo realizado hasta llegar el viernes.
Según los estudiosos de la lengua en efecto, solo el 10% de nuestra comunicación es verbal, mientras el restante porcentaje es una mezcla de gestos, entonaciones, silencios y actitudes. En ese 90 % se mezclan, incongruencias y contradicciones con el discurso entre otros elementos de la semántica.
Es importante ser sensato con el empleo de nuestro lenguaje corporal, pienso que es una locución oculta, que posee sus misterios y sus encantos siempre y cuando significado y significante, expresión correcta y buenos modales marchen por un mismo sendero.