Las luchas populares y los proyectos estrátegicos de transformación social

0
509
Las recientes elecciones en Chile motivaron interesantes debates, sin síntesis posibles. Cada análisis parte de una combinación de supuestos y perspectivas irreconciliables. ¿Es posible ir en contra y más allá del capitalismo? Es el interrogante que motiva mis reflexiones desde hace tiempo.
“Gabriel Boric será Presidente de Chile por la movilización social electoral del 19/12/2021. Una movilización antecedida de otras: a) por una Constituyente con pretensión plurinacional, en pleno desarrollo y con expectativas importantes para revertir el atraso y la derechización pinochetista; b) otras previas, en octubre del 2019 y, la rebelión de los pingüinos del 2011. El eje y el futuro para analizar la coyuntura chilena y regional está en la organización y la lucha popular.”
El mensaje trajo polémica y es que cada quien lee según sus propios pareceres o, si se quiere, se opina sobre la base de prejuicios, anticipando, tal cual, o profecía reformista o revolucionaria.
 En el centro de mi opinión está el proceso de organización y lucha, en este caso, del pueblo chileno, pero extensible al ámbito mundial en el marco de las condiciones de la lucha de clases en la coyuntura.
Si quieren, la experiencia reciente en Argentina, del pueblo de Chubut, que obligó a derogar La ley Minera a menos de una semana de aprobada por la Legislatura local; igual que lo ocurrido en Mendoza, en diciembre del 2019, sobre el uso del agua para la mega minería a cielo abierto.
El pueblo movilizado en torno a reivindicaciones construidas colectivamente puede modificar la realidad, aun cuando no se avance en transformaciones estratégicas. No es menor decir que no es no. Ese camino puede conducir a rumbos estratégicos, que no son producto de un solo acontecimiento y menos de elucubraciones individuales, aisladas del accionar colectivo.
La realidad es como es, no como quisiéramos, por eso es imprescindible potenciar las luchas para transformar la realidad. Se trata de pensar que los proyectos estratégicos surgen de acumulaciones de luchas populares, de sujetos que se construyen en la lucha.
 El Manifiesto empezaba aludiendo al “fantasma del comunismo”, que no era otro que el proletariado en lucha constituyéndose como sujeto histórico de las transformaciones en contra y más allá del capitalismo.
La coyuntura a que remito es larga, por cierto, se remonta a 1973, como fecha símbolo del inicio de la contraofensiva del capital contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad, para restaurar la dinámica de explotación y saqueo que sustenta al orden capitalista en crisis.
Sin muchas precisiones intelectuales, se denomina a este tiempo el de la hegemonía neoliberal del orden capitalista, que no es más que la recreación de la liberalización más radicalizada impulsada por los capitales trasnacionales más concentrados.
No olvidar que el libre cambio (libre comercio, libre competencia) fue la voz inicial del régimen del capital. La mercantilización y la ley del valor y el plusvalor en el origen y desarrollo del capitalismo, aún hoy.
Apunto al imaginario social construido desde 1848 y al Manifiesto, con todas las derivas históricas que conocemos, de procesos revolucionarios con el objetivo de la transición del capitalismo al socialismo, una asignatura pendiente que convoca a la praxis imaginativa de la lucha y la organización popular alternativa.
El cambio de siglo vino con novedades de cambio político y emergencias de propuestas estratégicas de transformación social, muchas de las cuales remiten al territorio latinoamericano y caribeño del caracazo al levantamiento zapatista; del Presupuesto Participativo al Foro Social Mundial; de la pueblada argentina del 2001 a las movilizaciones populares recientes de Chile, Haití o Colombia, en estos años, junto a la perseverancia histórica de la Revolución Cubana.
Solo bajo esas condiciones de luchas masivas por tres décadas es que se recrearon propuestas estratégicas por el socialismo, del “Siglo XXI”, “comunitario” o las propuestas de recreación temporal por transformaciones civilizatoria inspiradas en el “vivir bien” o el “buen vivir” que recogen las nuevas Constituciones de Bolivia o Ecuador.
La ofensiva capitalista liberalizadora nos conduce al presente de convergencia de problemas sanitarios y económico sociales, con mayor desigualdad y un ostensible privilegio a la ganancia por encima de la satisfacción de amplias necesidades sociales.
El reseteo del capitalismo es proyecto de los que dominan, para lo que reestructuran las relaciones entre el capital y el trabajo, en desmedro de los ingresos populares; resignifican el lugar del Estado capitalista en el sostenimiento de los objetivos por la ganancia y la acumulación y, propenden a sustentar una juridicidad favorable al movimiento internacional de capitales.
4.2/5 - (34 votos)

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Nombre