Adhesión o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles, es el significado literal del vocablo solidaridad, un término de referencia obligatoria en los difíciles momentos que vive la humanidad.
Pero más allá del concepto, debemos partir de un principio básico: para ser solidarios necesitamos reconocer que todos somos iguales, sin importar el credo, color de piel, clase social…simplemente entender que otros necesitan de nuestra ayuda y brindarla desinteresadamente.
En ese aspecto, los cubanos somos modelo para el mundo. Más allá de nuestra formación está nuestra estirpe, nos corre por las venas un gen común: el de hacer el bien al prójimo, a costa de cualquier sacrificio, muchas veces, a riesgo de nuestra propia vida.
Así lo hemos demostrado en innumerables ocasiones. Cuando fue precisa nuestra colaboración médica, profesionales competentes viajaron a Sierra Leona a combatir el ébola y en la actual contingencia, brigadas de la salud traspasan las fronteras de esta pequeña isla para contribuir con su conocimiento y experiencia a salvar vidas.
También se evidencia en un entorno más reducido en San José de las Lajas, cuando de forma anónima y de manera altruista, hay personas que en sus casas confeccionan nasobucos para regalar a sus amigos y vecinos, o en otros casos, explican cómo hacerlos y así contribuyen a proteger su salud.
En circunstancias como esta advertimos que lo material carece de valor y ratificamos la vigencia de las palabras de Antoine de Saint-Exupéry en “El Principito”: Lo esencial es invisible para los ojos, no se ve bien sino con el corazón”.