La revolución contra el capitalismo es la estrategia

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Los distintos procesos de crisis en la economía manifestados en este Siglo XXI tienen ahora expresión concreta en el terreno militar. El costo en vidas es elevado, pero también en gasto e inversiones inútiles para la sociedad mundial.

Las guerras insumen recursos necesarios para atender las necesidades vitales de la humanidad y de la naturaleza.

La guerra, en todas sus manifestaciones, es expresión de la disputa por la hegemonía del orden mundial. Lo era la “guerra comercial” declarada por EEUU contra China, como todas las confrontaciones derivadas de sanciones unilaterales generadas en el último tiempo, especialmente emanadas desde Washington y replicadas por los socios globales.

El horizonte cercano nos devuelve más penurias para la mayoría empobrecida del planeta, lo que requiere pensar en términos de construcción de alternativa.

La estrategia para superar el momento actual, de crisis extendida, alimentaria, energética, económica, financiera, cultural, política, más pandemia y más guerras nos convoca a desplegar estrategias conducentes a limitar la ofensiva del capital contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad, que definimos como anticapitalismo.

Nos queda claro que la situación de guerras explícitas, que arrastran a posicionamientos definidos en la institucionalidad mundial, caso de las resoluciones que se viene abordando en las Naciones Unidas y que parecen no tener límites, nos presenta

un escenario de futuro inmediato de incertidumbre con perspectivas regresivas. Al mismo tiempo reaparece el temor inflacionario (8,5% anualizado, para marzo en EEUU y del 7,5% para Europa) en un marco de desaceleración de la economía.

Las sanciones y bloqueos por la guerra en Ucrania impactan en la disminución de la producción y circulación y bienes y servicios en el sistema mundial. Es una realidad que agrava un cuadro de desaceleración económica que vive la economía mundial, solo contrarrestado por la fuerte expansión productiva de los llamados países emergentes, especialmente China.

La situación de guerra en Ucrania, en Yemen, o en Palestina, entre otros territorios, se despliega en un marco de expansión del gasto militar global y los argumentos presentados explicitan la necesidad de la “defensa”.

Cada país asume la hipótesis de conflicto de la amenaza externa, el resultado es un incremento del gasto militar de cada país con capacidad de intervenir en la disputa mundial. Ese argumento defensivo está azuzado por estrategias de inteligencia que inducen a un mayor gasto militar.

“El mayor crecimiento en las importaciones de armas entre las regiones del mundo se produjo en Europa. En 2017-21, las importaciones de armas importantes por parte de los estados europeos fueron un 19 % más altas que en 2012-16 y representaron el 13 % de las transferencias mundiales de armas.”

Es de interés verificar los territorios que concentran el flujo del comercio de armas y asociarlo a los intereses estratégicos del capital por la dominación de la producción mundial.

Ese conjunto de países define hoy los bloques de alineamiento internacional que arrastra a otros países, y desafía a pensar en términos de lucha en contra y más allá del régimen de la ganancia, lo que supone pensar en alternativas al orden global.

Mercancía y dinero es la presentación del fenómeno capitalista en los estudios de Marx sobre “El Capital”, por lo que resulta de interés en una estrategia en contra del capitalismo analizar los fenómenos visibles en el proceso de extensión de la mercantilización. Una extensión dialécticamente obstaculizada por las sanciones que disparan iniciativas de nuevos circuitos de valorización en el ámbito mundial.

Los caminos de la mercantilización y la valorización de capitales es un proceso continuo desde los orígenes de la acumulación capitalista, que hoy se define con mayor visibilidad en el terreno militar.

El interrogante que muchos sostienen, apunta a comparar críticamente este gasto militar en expansión, con otro destino, alternativo, para enfrentar la desnutrición y el hambre.

La respuesta no pude buscarse en razonamientos o apelaciones “humanitarias”, relativas al orden económico, social, político y cultural, sino en la esfera de la lógica de la ganancia y la acumulación derivada del régimen del capital. No existe el humanismo en el capitalismo, solo la ganancia y la acumulación.

Por eso, volviendo al inicio de la nota, el desafío humanitario del presente está asociado a la búsqueda de una alternativa civilizatoria, en contra y más allá del capitalismo. No hay espacio para la reforma, aun cuando la lucha por reivindicaciones reformista puede contribuir en una perspectiva de transformaciones profundas, revolucionarias.

Aquella búsqueda frustrada por el anticapitalismo y el socialismo, inspirada según sus seguidores en la crítica de la economía política y del propio capitalismo, estaba asentada en los estudios de Carlos Marx.

Con la caída de la URSS, se habilitó la recuperación de la teoría en origen, con los desarrollos de los nuevos tiempos y por eso nos motiva, nuevamente en tiempos de guerra, a pensar y proponer rumbos estratégicos en defensa de la humanidad y la naturaleza.

Se trata de construir imaginarios sociales colectivos, conscientes, sustentados en la des-mercantilización de la cotidianeidad y una práctica extendida de autogestión y trabajo comunitario. Es algo que recrean concepciones del “vivir bien” o el “buen vivir” que recuperaron recientes reformas constitucionales en la región.

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