¿Ignorantes los cubanos?

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A pesar de cuanto se ha dicho para convencer sobre la necesidad de evitar el contagio por Covid-19, todavía son frecuentes las conductas que van en sentido contrario, mientras la pandemia arrecia y se expande, hacia donde se le ofrezca el más mínimo chance, y parece olvidarse la cercanía de San José de las Lajas y Mayabeque a Ciudad de la Habana y otras localidades contaminadas.

Aún así, no podemos dejar de decir lo que consideramos conveniente para evitar el empeoramiento de la situación y que los rebrotes vuelvan a nuestra localidad y entonces luchar –  como se dice en el beisbol cubano – con la pelota picando en el terreno local.

Cuando veo la complicación que el virus ha causado en la capital cubana y comparo todo el esfuerzo realizado, no hay dudas que se están violando reglas elementales, dichas a los cuatro vientos y exigidas por todas las autoridades. Entonces queda claro lo qué pasaría en cualquier territorio donde se imite esa conducta.

En mi opinión hay que analizar con mayor claridad lo que hacemos a todas horas para ver cuán correcto es el comportamiento ante el posible contagio y para saber a qué distancia está cada individuo de lo que se pide hacer.

El nasobuco, por ejemplo, es para algunos una sátira, algo que está pero no sirve de nada, porque podemos ver en cualquier parte su  uso incorrecto.

En la calle muchos lo usan de collar, otros parecen desconocer que  la nariz es el punto exterior por donde comienza el sistema respiratorio y si usted tapa solo la boca, lo que está protegiendo es el sistema digestivo, mientras deja libre el paso directo del virus hacia los pulmones. Es decir si su nasobuco no le tapa la nariz es como si no lo llevara.

Y ese error se percibe incluso en lugares donde precisamente se está discutiendo sobre las indisciplinas y el contagio y no pocos se lo quitan para hablar esos recintos cerrados. Vemos también con preocupación en materiales televisivos personas en lucha contra la pandemia y sin embargo tienen la nariz fuera de la  prenda de la discordia y ya sabemos que el virus desconoce las jerarquías.

Creo conveniente preguntarse si al llegar a la casa se higienizan los paquetes adquiridos en las tiendas, si las personas que caminan por las calles mientras  ingieren alimentos se desinfectan las manos antes de tocar lo que se llevarán a la boca después de pagar con billetes que andan de mano en mano.

Recuerdo que el domingo pasado, una señora decía que los cubanos se estaban volviendo ignorantes, y en realidad la idea bien encaja en determinados casos. La veracidad de su afirmación la pude corroborar al llegar ese día al Rodeo y ver la cantidad de personas que allí violaban las reglas elementales.

Entonces, si sabemos que  la  Cuba de hoy lo primero que hizo fue eliminar la ignorancia, es preciso analizar con mayor rigor y con mucha seriedad la conducta indolente, que puede ser también malsana y que de alguna manera satisface las malas intenciones de todos los “virus” que nos acechan, incluyendo al SARSCOV2, que afortunadamente sí se puede descubrir con un PCR.

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