A pesar de que Cuba resulta uno de los destinos más seguros del mundo y cumple con todos los estándares internacionales, Estados Unidos recomendó este miércoles a sus ciudadanos «reconsiderar» los posibles viajes a la Mayor de las Antillas.
El Departamento de Estado cambió su antiguo sistema de alerta por un escalafón que ubica a todas las naciones en cuatro niveles, donde el primero solo conlleva «tomar las precauciones normales» y el cuarto recibe la advertencia de «no viajar».
Cuba, cuyos indicadores de seguridad ciudadana están entre los mejores de la región, quedó ubicada en el nivel tres, con la sugerencia de «reconsiderar las visitas» debido a que «existen riesgos graves para su seguridad y protección».
Venezuela, Honduras, Haití y Guatemala están entre los países latinoamericanos con la misma clasificación.
Al igual que el 29 de septiembre del año pasado, cuando se emitió una injustificada alerta de viaje hacia la Isla, el argumento utilizado por Washington volvió a ser la ocurrencia de supuestos «ataques» contra diplomáticos estadounidenses en La Habana, sobre los cuales no existe evidencia alguna.
«Debido a que la seguridad de nuestro personal está en riesgo y no podemos identificar el origen de los ataques, creemos que los ciudadanos estadounidenses también pueden estar expuestos al peligro», refiere la página oficial del Departamento de Estado.
Sin embargo, tras meses de investigaciones tanto estadounidenses como cubanas, todavía se carece de pruebas para respaldar la hipótesis de los supuestos «ataques acústicos».
Tres funcionarios del Departamento de Estado reconocieron ante una audiencia del Senado estadounidense el pasado martes, que todavía se desconocen las causas y motivos de las afecciones a la salud alegadas por su personal en La Habana.
Asimismo, un informe del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), citado por la agencia Associated Press, sostiene que no existen pruebas de que se hayan llevado a cabo «ataques sónicos» contra diplomáticos estadounidenses en Cuba.
La directora general de Estados Unidos de la Cancillería cubana, Josefina Vidal, criticó el martes que el Departamento de Estado continúe usando la palabra «ataque» cuando carece de evidencias para respaldarla.
«Cuba es un país seguro, pacífico y saludable para los cubanos, para los extranjeros, para los diplomáticos acreditados y para los millones de personas que nos visitan cada año, incluyendo los estadounidenses», aseguró Vidal.
MÁS SEGURO QUE EN ESTADOS UNIDOS
A pesar de las medidas unilaterales tomadas por la administración de Donald Trump para fortalecer el bloqueo y limitar los viajes entre ambos países, en el 2017 se registró un aumento de las visitas de estadounidenses a Cuba.
Según cifras oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores, entre enero y noviembre del año pasado viajaron 579 288 personas desde Estados Unidos, para un aumento del 248,7 % en relación con el 2016.
El incremento de las visitas se ha dado en un ambiente de seguridad, según reconocen los viajeros, los sitios especializados y las compañías turoperadoras.
«Siempre me he sentido seguro en Cuba. Pasé un mes allí recientemente y me sentí más seguro que en Los Ángeles», aseguró a Granma el periodista norteamericano Walter Lipmann.
«Bajo la ley actual sigue siendo ilegal para los estadounidenses viajar como turistas», recordó Lipmann. «Pero cualquiera que visite la Isla, no importa la vía, se encontrará en el que es probablemente el país más tranquilo del mundo».
Daniel Howell, profesor de la Universidad de Nueva York y especialista en literatura cubana, refirió a este diario que Cuba es objetivamente un país muy seguro, porque casi no hay crímenes, sobre todo comparado con Estados Unidos, país que tiene una de las tasas de violencia más altas del primer mundo.
Según cifras del Centro Brady contra la violencia armada, cerca de 93 estadounidenses mueren cada día por el uso de armas de fuego. El año pasado una persona atentó contra la vida de otras 58 en Las Vegas, para lo cual usó más de una docena de rifles de asalto que se pueden comprar sin mayores dificultades en ese país.
«No tiene sentido recomendarles a los estadounidenses que no visiten Cuba. Creo que utilizan los supuestos ataques sónicos para espantar turistas, pero esto no tiene sentido», añadió Howell.
INCONFORMES CON LA MEDIDA
Si bien Cuba fue ubicada en una de las categorías más negativas, sin respaldo de los datos objetivos, algunos legisladores estadounidenses de origen cubano reaccionaron indignados, pues esperaban una calificación peor.
«El Departamento de Estado no debe minimizar la amenaza de Cuba a ciudadanos americanos. Bajar el nivel a la advertencia de viaje a la Isla es irresponsable, especialmente cuando todavía hay tantas preguntas sin responder sobre los ataques contra diplomáticos estadounidenses en La Habana», escribió en la red social Twitter la representante Ileana Ros-Lehtinen, conocida partidaria de la ultraderecha anticubana de Miami.
En su opinión, la nueva clasificación es menos drástica que la del pasado 29 de septiembre, cuando las autoridades estadounidenses, a pesar de carecer de pruebas, señalaron que sus ciudadanos «podían correr el riesgo de ser víctimas de ataques sónicos» y recomendaron abstenerse del todo de viajar.
Michele Thoren Bond, subsecretaria del Buró de Asuntos Consulares del Departamento de Estado, fue consultada al respecto este miércoles en una teleconferencia.
«Hicimos un examen cuidadoso, consultamos con nuestros expertos y esta ha sido la conclusión con respecto a Cuba», señaló tras apuntar que la nueva clasificación no se debe a «un cambio de la situación en la Isla, sino a la necesidad de ser consistentes en las clasificaciones de los riesgos en distintos países».
Citada por varios medios de prensa, explicó que en la categoría cuatro se incluye a países donde hay «una alta probabilidad de riesgos para la vida». Once naciones tienen esa clasificación: Corea del Norte, Afganistán, Irán, Irak, Siria, Yemen, Somalia, Sudán del Sur, República Centroafricana, Libia y Mali.
Los legisladores de origen cubano, contrarios al acercamiento entre los dos países, estarían presionando para que Cuba apareciera en el cuarto nivel y así lograr una reducción aún más drástica del flujo de personas entre las dos naciones.
Asesorado por algunos de ellos, incluido el senador Marco Rubio, la administración Trump ya tomó medidas unilaterales como reducir las categorías de viajes aprobadas y elaborar una lista de productos y lugares vetados para los estadounidenses en Cuba.
Además, con el pretexto de los supuestos ataques acústicos, el Departamento de Estado redujo el personal de su embajada en La Habana al esencial y paralizó los servicios consulares. Asimismo, exigió la retirada de 17 funcionarios cubanos de Washington.
Esas acciones tienen un «alto costo para nuestra población, la emigración cubana y el pueblo estadounidense», denunció recientemente Josefina Vidal. (Con la colaboración de Ernesto Gómez, Dayron Rodríguez y Jeiddy Martínez)