Edaida, una trabajadora imprescindible

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Ella es de esas personas que resultan imprescindibles. Lleva la pedagogía en el alma, de ahí que varias generaciones de alumnos distingan a Edaida Rivero como una educadora excepcional.

Su historia devela constancia, esfuerzo, entrega. Cada tarea en sus manos  es óptimo ejercicio que se traduce en resultados pero, también en aliento para no detener la marcha.

71 años no son impedimento para seguir haciendo caminos, ella es la directora del Centro Universitario Municipal de San José de las Lajas y a esa responsabilidad dedica la mayor parte de su tiempo.

Dialogar con Edaida es acercarse a una protagonista que no cree en los obstáculos porque sobre ellos decide plantar posibilidades, alternativas y sobre todo mucha voluntad, de ahí que el entusiasmo y la perseverancia la distinguen siempre.

La misión en Venezuela marcó su vida, allí en la tierra de Chávez, llevó conocimiento, experiencia pero también mucho amor para edificar sueños y potenciar saberes capaces de iluminar el aprendizaje.

Para esta mujer la quietud no ocupa espacio, es de las que no acepta los NO como respuesta, por tanto, es de las que ratifica que Sí se puede y para ello, bastan la decisión y el sentido de pertenencia.

El apoyo a los jóvenes es otro rasgo que define a educadora, que lleva a la par su labor con su dedicación a la familia, su esposo, dos hijas y un hijo y cuatro nietos, todos primordiales en su vida.

Un día, escuché a un estudiante decir, que en lugar de llamarse Edaida, debía tener por nombre Justa, porque estaría a su medida y tal apreciación no es desacertada porque el sentido de justicia habita perennemente en ella.

Cuando nos separan pocos días de la celebración de la efeméride del proletariado mundial quise traer a una trabajadora que es símbolo, su actitud la distingue y la sabe imprescindible, vital en este tiempo que precisa de personas como ella, dignas y altruistas.

 

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