Las enredaderas de aguinaldos con sus hermosas flores blancas, son las primeras señales del inicio del mes de diciembre y con ellas, la proximidad del cierre del 2013.
Otros indicadores son los cambios de temperaturas, la presencia de vientos invernales y noches más largas.
Pero la naturaleza a pesar de sabia, no es la única en recibir el doceno mes del año; también lo hace cada familia con iniciativas y motivaciones diferentes en correspondencia con sus posibilidades.
Algunos pintan las fachadas o interiores, otros colocan adornos navideños en las puertas, decoran un árbol artificial con bolas de colores y hasta hay quien en su balcón o jardín enciende en horario nocturno, una reluciente guirnalda, como semejanza a los adornos naturales de nuestros campos durante el día.
Ante la cercanía de un nuevo año, hay motivaciones, alegría, se planifican comidas y fiestas, pero también se recuerda la pérdida de un ser querido, una meta no alcanzada o una relación amorosa que llegó a su fin.
Al mismo tiempo, se reviven momentos tan especiales como la llegada de un bebé, la graduación de una carrera universitaria u otro grado escolar vencido, la adquisición de un hogar, un auto o un compañero u amigo en quién confiar.
Diversidad de sensaciones despiertan en el mes de diciembre. Muchas personas se preocupan por la cena de Noche Buena o el menú del 31, pero siempre prima el deseo de mantenerse unidos, en familia, compartir de forma sana, dar gracias por los sucesos vividos y aprovechar cada momento con los seres queridos.
Es vital, además, en este fin del año 2013, trazarse objetivos alcanzables, proyectos de vida en el estudio, el trabajo y en lo personal. El optimismo y la perseverancia deben primar en el cumplimiento de cada meta para el próximo calendario.