“La deshonestidad y el atrevimiento inmoderado, si bien deslumbran con sus primeros arranques y beneficios, no pueden crear una prosperidad segura”.
José Martí
La honestidad es aquella cualidad humana por la que la persona determina actuar siempre con base en la verdad y en la auténtica justicia dando a cada quien lo que le corresponde, incluida ella misma, según recogen algunas bibliografías.
Vergüenza, limpieza y modestia son sinónimos de ésta una de las virtudes más hermosas que pueden caracterizar a un hombre, en toda la extensión de la palabra.
A largo de la historia incontables son los ejemplos de personalidades cuya condición humana los convirtió en personas dignas de confianza por su sinceridad, el cumplimiento estricto del deber sin utilizar artimañas y la crítica de frente,valiente, con bases sólidas y sin habladurías.
Sin dudas, este es uno de los valores morales que más apreciamos los seres humanos de nuestros semejantes y de los que con más regocijo permite vivir. Mentir, engañar o apropiarnos de algo que no nos pertenece o sencillamente no merecemos solo proporciona un beneficio a medias.
Adquirir bienes de cualquier tipo con acciones deshonestas termina siendo una victoria Pírrica, como nos demuestra la historia, donde se pierde más de lo que se consigue y con el paso del tiempo se convierte en un bumerán que obliga a las personas a falsear una y otra vez hasta envolverlas en una telaraña imposible de salir.
La pureza y el espíritu justiciero en un ser humano fraguan un modelo a seguir como garantía del verdadero triunfo, sin manchas y sin necesidad de hacer concesiones.
Nada como obtener con esfuerzo lo deseado. En ello radica el verdadero placer; ese que desconoce de dádivas, de mentiras, da seguridad y hace al individuo acreedor del respeto; que ennoblece, honra y aúna a las personas de buena voluntad.
