Tras dos días de cruento asedio, las tropas mambisas al mando de Carlos Manuel de Céspedes lograron el 20 de octubre de 1868 arrancarle la capitulación formal al gobernador militar de Bayamo, el coronel Julián Udaeta. La Segunda Villa de Cuba se convertía así en la capital de la Revolución.
El Hombre del Ingenio Demajagua había comparecido días antes ante la historia suscribiendo el Manifiesto del Diez de Octubre. Lo firmaba en calidad de General en Jefe. El poeta y abogado tenía ante sí una empresa militar que asumir. Para tomar la ciudad, nombró como jefe de operaciones al dominicano Luis Marcano Álvarez, quien a su vez logró atraer para la causa cubana a su connacional Modesto Díaz, el luego famoso Jabalí de la Sierra.
La historiografía nacional registra los detalles de la acción. El jefe hispano decidió que milicianos y bomberos fueran a la primera línea de combate, y que las fuerzas regulares defendieran los cuarteles. Como se sabe, muchos irregulares al servicio de España se pasaron a las tropas insurrectas.
Hasta los cubanos suelen decir que fue un error de su parte. Tras el incendio y la reconquista de Bayamo por el Conde de Valmaseda, el señor Udaeta fue condenado a varios años de cárcel, acusado de negligencia y hasta de complicidad con la causa independentista.
Sobre Udaeta en manos de los patriotas se han tejido muchas historias. Hasta conjeturas. Fue él quien advirtió meses antes, el 11 de junio, en el Corpus Christi frente a la Catedral Mayor de la ciudad, que La Bayamesa no era precisamente una obra religiosa, como aseguraba el maestro Manuel Muñoz Cedeño, el director de Banda Musical.
¿Qué ha trascendido al respecto? Se dice que aconteció una discusión de Perucho con el alto oficial en torno a la obra. El autor le echó en cara al militar hispano que él, Udaeta, nada sabía de música. El Coronel-Jefe de la Plaza lo dejó ir, pero sin dejarse convencer. Es casi seguro que desde su encierro escuchara el canto enardecido de la gente. Y que confirmara que ciertamente jamás se equivocó.
La Bayamesa, de Perucho Figueredo Cisneros, cubriría una larga ruta hasta el profundo siglo XX, donde intervinieron muchos creadores, algunos con una sed desbordada de protagonismo. El recientemente fallecido musicólogo cubano Jesús Gómez Cairo dejó por suerte una detallada investigación sobre el tema.
Se trata del estudio Breve historia del Himno Nacional de Cuba. 150 aniversario de La Bayamesa, Himno Patriótico Cubano, 20 de octubre de 2018, publicado por Ediciones Museo de la Música. Valdría la pena insertarlo en el programa docente del país. La escuela cubana, donde mal pero al menos se canta el Himno, debiera inscribir ese necesario relato en torno a uno de los símbolos de la Patria.
Decía al principio que fue cruento el sitio de Bayamo en octubre de 1868. El ejército colonial que la defendía sufrió 10 muertos y 20 heridos. Los patriotas reportaron 15 fallecidos y 25 heridos. Desde allí se extendieron decretos importantes como el de la abolición de la esclavitud el 27 de diciembre de 1868.
¡Cuánto simbolismo! Ese propio día, nacía en Bejucal, en la actual provincia de Mayabeque, Juan Evangelista Delgado González, el jefe insurrecto que nunca perdió el aplomo, para rescatar los cadáveres del Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales y de su ayudante, el capitán Francisco Gómez Toro (Panchito), tras la debacle del 7 de diciembre de 1896 en la finca de San Pedro, cerca del poblado de Punta Brava.
Y vendría la fecha terrible, como igualmente heroica del 12 de enero de 1869: la caída, el fuego redentor, la dura prueba de las familias internadas en el monte. Pero aún trepida en la memoria histórica aquel 20 de octubre, cuando el canto repartido anunció la primera gran victoria patriótica, para reencontrarnos una y otra vez, hecho costumbre, en el Día de la Cultura Cubana.