Lucir cuerpos bien tonificados a semejanza de los dioses griegos es prioridad para muchos de nuestros jóvenes, de ahí que la presencia de la juventud en los gimnasios aumenta en busca de esa estética deseada a través del entrenamiento con pesas.
La fórmula para lograrlo está en la sistematicidad ya que deberán ejercitarse de 5 a 6 veces a la semana de 2 a 3 horas por sesión y complementar este proceso con una dieta adecuada.
Este tipo de cambio en la vida de un ser humano es beneficioso siempre que no se caiga en la obsesión y se comience a experimentar prácticas no convencionales con el propósito de aumentar la masa muscular en el menor tiempo posible y con el mínimo de esfuerzo físico, provocándole perjuicios a la salud.
A esas prácticas se les denominan Seudofisiculturismo y al emplear sustancias dañinas para el organismo se pone en peligro la vida de la persona o la vitalidad de los músculos y su función.
En la actualidad en Cuba se han reportado casos en el que adolescentes y jóvenes se inyectaron aceite de soya doméstico e ingresaron en un centro asistencial con abscesos, trombos, quistes y otros problemas causados por el uso de esta sustancia.
La no aceptación de su cuerpo, la baja autoestima o la búsqueda de aprobación en un grupo pueden ser algunas de las causas que llevan a este fenómeno difícil de enfrentar ya que los muchachos no piden la opinión ni el consentimiento de los padres y ocultan el empleo de esa práctica tan invasiva.
Ante esta problemática la familia debe asumir estrategias donde el apoyo, la orientación y la supervisión serán tareas primordiales para prevenir casos como los antes mencionados, además ayudarán a sus hijos a valorarse más allá de la apariencia física ya que esta no determina los valores de un ser humano.
La presencia de jóvenes en gimnasios aumenta y en esa medida el conocimiento de vías saludables para mantener el cuerpo en forma.