En Cuba la costumbre de leer en voz alta existe desde 1865. Las Lecturas de Tabaquería conforman un modelo del sistemático diálogo cultural entre los obreros de la industria tabacalera y la sociedad que les rodea, reconocidas como una expresión trascendental del patrimonio cultural inmaterial de Cuba.
Los lectores de tabaquería se adueñan del micrófono para distraer al público. Ellos se encargan de narrar historias a los torcedores de tabaco. Todos los trabajadores esperan el momento para escuchar novelas clásicas y noticias del día.
Para los torcedores de tabaco los lectores son un reloj que marca su ritmo mientras cortan las hojas y las enrollan con la ayuda de una cuchilla curva. En sus inicios, algunos de los propios encargados y trabajadores privilegiados con la capacidad de saber leer, ejecutaban la tarea.
Esta práctica se realiza en todas las fábricas, los espectadores que no dejan de trabajar ni en la mejor parte de la historia se entusiasman al aprender cosas a diario.
Hoy estos personajes son necesarios en fábricas, despalillos y escogidas, espacios en los cuales el tabaco más que cultivo es tradición, una de las razones por las cuales la labor de lector de tabaquería es patrimonio cultural.
Los lectores de Tabaquería, hombres cultos, de saber natural más que académico, pero de gran amor por el valor revolucionario de una buena lectura, son una entidad educativa que forman parte del patrimonio cultural de la nación cubana y es reconocida como una de las actividades lectoras más delanteras de su tiempo, además de su típica vinculación a las causas más justas de nuestra historia.