Reinaldo Cedeño Pineda es de esos hombres donde habita la perseverancia y no anida la quietud. Escudriñar en la historia de su ciudad natal, lo destaca entre sus colegas; ser humano sensible y enamorado de develar anécdotas, periodista que defiende, A capa y Espada, sus raíces, el legado de quienes lo antecedieron, la huella de hombres y mujeres que marcaron una época, un tiempo, una parte de nuestra existencia.
Lo conocí en la XIX Edición del Festival y Taller de la Radio Joven Antonio Lloga In Memoriam, en el año 2009. La vida nos ha permitido reencontrarnos en varios certámenes y compartir acerca de interesantes temas relacionados con el periodismo y la realización radial. El Evento Teórico del Concurso Caracol 2012, fu el escenario donde cobró vida esta entrevista que ahora publico, tal vez un poco desfasada en el tiempo. Sin embargo, el tema mantiene vigencia: su libro dedicado a la creación de la televisión en Santiago de Cuba.
¿Qué motivó a Reinaldo Cedeño a escribir el libro A Capa y Espada?
Este libro se le ocurre a un loco, un loco encantador que es Alberto Lescay, presidente de la Fundación Caguayo. Forma parte de un proyecto para contar la historia de las artes y las letras en Santiago de Cuba, y pensaron en mí para hacer la parte dedicada al cine, la radio y la televisión; yo solamente decidí hacer la televisión y el cine; la radio es un mundo en sí mismo y decidí que la escribiera otro compañero.
Me costó decidirme muchos meses. Yo sabía que era una misión muy difícil porque se trata de un libro testimonial, los testimonios trastocan las fechas, mucha programación en vivo que no hay registro audiovisual de ello, por lo tanto había que hablar desde las memorias lo cual es un riesgo extraordinario.
Pero, finalmente es una suerte, no es el libro perfecto ni mucho menos, pero es una suerte que me lo hayan encargado porque se trata de una de las aventuras más humanas y más increíbles de los últimos años de la cultura cubana, ¿por qué?, porque se trata de un puente de colaboración artístico y técnico entre las personas más experimentadas de La Habana y de los entusiastas de Santiago, que más con entusiasmo que con conocimiento decidieron poner su pecho y el talento que pudiera tener cada uno para tratar de captar la imagen de Santiago de Cuba. Pero recuerde que se trataba de 1968, no era de la provincia Santiago de Cuba, era de todo Oriente, era de Manzanillo, era de Holguín, era de Baracoa, etc, etc…Captar esa imagen y ellos mismos producirlas desde la realidad y desde la ficción.
Uno de los nombres que aparece en este libro es Jesús Cabrera, ¿a qué se debe esto?
Cuando empecé a hacer este libro loco, abarcador que representa captar el espíritu de más de 200 personas que me dieron su testimonio, la inmensa mayoría me hablaba de Jesús Cabrera como casi un Dios, con un respeto absoluto, con reverencia, como una gran suerte de haberlo tenido como director.
Este es un hombre que llegó a Santiago con un poco de 40 años; algunos tenían un poco más que él, pero Cabrera funcionó como un padre como el gestor de toda la idea. Defendió la creación de Tele Rebelde en Santiago de Cuba que era un sueño que los propio orientales hicieran la imagen de su propio territorio y fue capaz de reunir como aparece en este libro, no solo de reunir los más capaces de La Habana, sino a los mejores de Santiago y con ese equipo montó una televisión asombrosa porque con un solo estudio e inicialmente con tres cámaras hizo una programación complejísima de dramatizados, musicales e informativa que quedó en la historia, y eso es parte, quiérase o no de la memoria de la televisión cubana, por tanto Jesús Cabrera fue el artífice, el director, el gestor de todo, la cabeza pensante, capaz de nuclear a los talentos técnicos y artísticos y lograr una hazaña, que eso funcionara, ese es Jesús Cabrera.
¿Qué significación le concede a que un director de espacios tan reconocidos en nuestra televisión como Julio el Pescador y El silencio ha tenido que ser, haya sido el gestor de esta hazaña, como usted mismo la llama?
Esto inicialmente lo iba a llevar a cabo Marcos Gemaras, quien en ese momento era vicepresidente del Instituto, cuando aquello, Radiodifusión. Y le tocó a Jesús Cabrera porque Gemaras falleció. Pero no le tocó por casualidad, sino porque es una persona de gran prestigio, una persona capaz con conceptos muy claros sobre qué personas entrarían al medio, qué haría cada una y supo orquestar y aprovechar cada una de las posibilidades que tenían las personas que trajo de La Habana y las que encontró en Santiago de Cuba o en otros lugares.
Era una persona absolutamente capaz, organizado, responsable, creo que obsesivo también; controlaba todo, hasta el cocinero, porque fue la única manera de hacer esa televisión que no existía, que era un sueño y los pasos pioneros son muy difíciles. Creo que él demostró su talento en la tarea que se le asignó, y lo demostró con creces, porque dejó una huella para siempre en Santiago.
La transmisiones de esa televisión incluyó dramatizados, musicales…Hábleme de ellos.
Se hicieron, primero, programas muy elementales, pero luego se hicieron novelas, como Doña Giomar, que marcó en el año 1981 a este país, también Guión 5, que fue el precursor de las revistas que luego se hicieron, revista de la mañana, por ejemplo.
Un programa como Recital en que se hizo un invento técnico artístico, pero que gracias a ello por primera vez en la televisión cubana se renovó el lenguaje musical porque pareció un cantante cantando la misma canción en diversos escenarios, eso nunca se había hecho, como una especie de video clip; no sé si se llamaría así. Todo eso fue producto de Santiago de Cuba. Además, ¿cuántas imágenes históricas quedan gracias a eso? Muchas.
Por ejemplo cuando venían presidentes, que fueron muchos a Santiago de Cuba, ¿qué se hacía? No había equipo remoto; había que empatar cables y cámaras…era algo increíble, incluso yo mismo que lo escribí casi no lo puedo imaginar, pero que está ahí en la memoria de la gente. Y en ese sentido las personas saben que un pedacito, un átomo de su historia está escrito en blanco y negro ya que a veces a las imágenes resulta difícil que el público acceda, pero está plasmado en el libro y es una satisfacción haberlo podido hacer.
¿Qué anécdotas recogidas en el texto acuden a su mente?
Las anécdotas que tú te encuentras son maravillosas, del ring portátil que se montaba porque no había equipo de control remoto, todo el mundo cargando para hacer un ring portátil, eso es increíble. La gente dando sus muebles, su cama, su ropa para que funcionara porque no alcanzaba la escenografía que había, gente cargando un ataúd, ropas…anécdotas increíbles. Un equipo haciendo dramatizados, teatros, musicales, uno detrás de otro con una interrupción donde se ponían algunos programas grabados, gente que a veces tenía dificultades para decir el texto porque era mucho y utilizaban estrategias para lograrlo, hay anécdotas fabulosas, porque, por ejemplo, en una aventura si el programa se acababa en que tenían que agredirte, como era en vivo, al otro día tenían que volverte a agredir. Todo esto fue una tarea heroica. Ha sido un esfuerzo de dos años y pico, ha sido una labor muy dura que me causó cama, hospital, es una labor exigente que al final ha valido la pena.
¿Cómo recibieron los santiagueros este legado? ¿Conformes, contentos?
Bueno, de diversa formas, hay gente eufórica, otras están inconformes porque querían más páginas, pero yo les explicaba que en el prólogo dice que este es apenas el inicio de la hebra, esta es la aproximación, es lo que modestamente pude hacer, tal vez eso incentive a otro a hacer otros trabajos, otras memorias.
Mucha gente ha llorado cuando la entrevisté, mucha gente ha llorado cuando vio el libro nacer. Me han llamado desde todos los lugares de la tierra, fíjate: de China, España, desde los Estados Unidos, gente que ya no está en Cuba, pero que hizo su obra allí. Creo que es una suerte haber tenido esa historia en la mano y de alguna manera haberla podido atrapar.
De todas maneras la mayoría de la gente lo ha tratado con tremendo cariño, mucha gente casi se ha arrodillado a dar las gracias por el esfuerzo que se ha hecho, se han asombrado de algunas fotos rescatadas de álbumes y hay anécdotas increíbles que para los santiagueros que las vivieron, saben que hay muchas más, pero para los santiagueros y orientales de ahora se sienten orgullosos al saber que fuimos capaces de hacer todo ese esfuerzo para montar esa televisión que es algo tan difícil.
¿Qué significa para Reinaldo Cedeño en su labor como escritor y periodista haber tenido la posibilidad de plasmar en las páginas de un libro la historia de la televisión en Santiago de Cuba?
Bueno, este es un libro que me va a perseguir la vida entera, ya yo lo sé. Es un libro que va a ser ensalzado, vilipendiado, criticado, coronado y todas las cosas que puedan hacerse, pero, yo me alegro infinitamente de haberlo escrito, porque al fin, esa historia que estaba en la memoria de la gente, en la de algunos que ya se han muerto, en la revisión que hice, hasta con hongos en las uñas de periódicos y libretos viejos, significa mucho al haber podido tocar una pequeña parte de la historia de Santiago de Cuba.
A este agradecimiento se le suma el hecho de que hayan confiado en mí, lo que fue un reto extraordinario; creo que me gradué de nuevo de periodismo. Si me piden volverlo a hacer, lo pensaría y tal vez no lo haría, porque este es el lado de una persona loca, quien hizo esto no soy yo, es una persona que estaba loca que se enfrentó a la difícil labor de procesar en dos años y pico más de 200 testimonios, más de 800 horas de grabación, archivos y videos; sé que solo un loco lo puede hacer.