Te quiero Cuba, te quiero

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Por estos días Cuba es blanco para diversos dardos en todo el mundo. Corren criterios, abundan rumores y las noticias falsas, también se hospedan sembrando incertidumbre en unos y en otros el crédito a lo que realmente no es.

En medio de ese ambiente para nada grato también abundan otras historias de las que no se cuenta ni el epílogo. Son esas que dan fe de hombres y mujeres de esta tierra que desde el anonimato insisten en hacer el bien, obran por amor a la vida y a la patria.

Para tiempos difíciles valen todas las fuerzas que decidan por el bienestar. La unidad de acciones para enfrentar la pandemia que nos azota es elemental y para ello la disciplina y la responsabilidad son imprescindibles.

Que tenemos dificultades es cierto, que nos abruman las carencias, la ausencia de fluido eléctrico, lo que no hay y necesitamos es cierto pero, ni el vandalismo, ni las groserías, van a resolver el problema.

Abogan algunos por la intervención humanitaria, la cual realmente NO conocen pero piden a gritos; y ahí están los países que han recibido la intervención humanitaria, se puede consultar la historia. No soy erudita pero, desde que nací me enseñaron que los problemas de casa se resuelven en casa.

Gritar palabras obscenas, realizar actos vandálicos, provocar, porque se provoca cundo se injuria, cuando se tira la primera piedra, esa no es la cuestión. Me sorprende como en medio de la pandemia que enfrenta el mundo, donde a diario mueren miles de seres humanos, no se encuentre espacio para la mesura y sí para impulsos, que tienden finalmente al odio.

A la par de esta realidad va la que protagonizan los profesionales de la salud, estudiantes de medicina, trabajadores de diversos sectores que prestan sus servicios en centros de aislamiento, va en ellos más allá del compromiso con su profesión el buen sentido del amor inmenso.

Todos somos Cuba, un  país tercermundista, bloqueado, con deficiencias, porque las tenemos, con inconformidades porque las tenemos,  con maneras de pensar diferentes pero, hay que trabajar y más que trabajar hay que sembrar soluciones y rociar sistemáticamente para ver pronto los frutos.

La unidad por el bien de todos es la vía pero, con inteligencia, respeto, con ganas y  plena conciencia de hacer lo justo. Pensar diferente no nos puede hacer enemigos, pero sí desde el respeto nos puede unir para trabajar a favor del progreso de la Cuba que amamos.

No somos una rareza, lo raro es que por encima de la razón, se ceda espacio al desconcierto, se propicien brechas y en ellas canalice el odio, porque eso sucede y lo triste es no darse cuenta. Llamo a la razón, al respeto mutuo, a la fraternidad, a la paz en la que me he descubierto desde que nací. Escojo antes del punto final estos versos de Aramís Padilla

Cuba, mi patria querida, / no te dejes engañar / es momento de luchar / por la paz y por la vida. / No te quiero dividida / no quiero guerra de hermanos / hay que hacer puentes de manos / poner los ojos de posta / y salvar a toda costa / la unidad de los cubanos.

 

 

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