Santo González Bermúdez vivirá en el recuerdo de sus compatriotas como el cubano cabal que no se detuvo ante el deber y el sacrificio. Aún cuando la vida pretenda detenerlo, él seguirá mirando a su terruño como ese árbol que desde la altura divisará cada día su terruño en La Ruda, donde plantó sus raíces y deja un legado respetable.