No dejar volar al mosquito es una premisa de quienes habitamos en San José de las Lajas. Y no es solo un capricho, es necesidad y deber de todos, para cuidar la salud de nuestras familias.
Porque para nadie es secreto que la insistencia en el tema de los autofocales y la campaña antivectorial ha permitido librar al municipio de cuanta epidemia se asocia con los indeseables Aedes.
Ya se hace un hábito entre los vecinos llamar a los fumigadores para que entren a los hogares y apliquen el tratamiento adulticida, a sabiendas de que es una de las medidas eficaces para eliminarlos.
Recuerdo que hace unos años la entrada de los campañistas a las casas parecía un tormento, porque muchos no soportaban la idea de que le invadieran su privacidad, por suerte ya hoy es historia antigua esta actitud negativa.
Pues el mosquito que vive en una manzana vuela por diferentes viviendas y puede infectar a todos los residentes de la zona.
Afortunadamente, somos un pueblo solidario que junta manos y hombros cuando se trata de la salud, pero es meritoria la voluntad y el empeño de los especialistas y directivos de la capital de Mayabeque al gestionar los recursos, además de ubicar a miembros de las FAR en la campaña y no a otros individuos de poca confiabilidad en la tarea de la fumigación.
Creo que aún nos falta conciencia en la tarea, pues no se realiza el tan reiterado autofocal, dígase destrucción de posibles focos con la limpieza sistemática de bandejas de refrigeradores y aires acondicionados, chapea de jardines y solares, eliminación de neumáticos en desuso, botellas, cáscaras de huevo y latas.
Dejo para el final lo bien preparados que estamos en la materia, hemos adquirido un profundo conocimiento acerca del dengue, zica, chicunyunga y otras enfermedades. Y del mosquito. Hasta los niños conocen cómo combatirlo.
Y eso es también una bondad de nuestra sociedad socialista donde todo es de todos, incluso la preocupación.