Por el mundo mejor que sí es posible

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Llegamos nuevamente al cinco de junio y pienso que entre los muchos aspectos importantes en la vida humana, el medio ambiente merece la mayor atención, por constituir el escenario de la existencia de los seres, entrelazados por relaciones de coexistencia entre necesidades mutuas para sobrevivir.
El planeta que habitamos nos llegó dotado de las condiciones apropiadas para desarrollar la vida, incluso sin ningún artificio, siempre que se mantuviese el estado original, sin alteraciones importantes.
Sin embargo, el propio desarrollo de la humanidad ha llevado al planeta a la precaria situación actual, donde tal parece que se libra una lucha, al menos entre quienes defienden ese medio y quienes le depredan.
Sin adentrarnos mucho en teorías, pienso que es útil mirar hacia el medio desde nuestro propio escenario, y a partir de ahí la reflexión personal para saber en qué medida contribuimos o hacemos lo contrario.
Aún cuando la buena voluntad promueve frases por doquier llamando al sentido común, a cada paso encontramos actitudes destructoras del sano ambiente.
Por eso se puede encontrar desde el indolente fumador que sin piedad esparce el humo de su vicio, hasta el que disemina basura por doquier o vierte suciedad de cualquier forma; quemas incontroladas, calles inundadas de aguas infestas e individuos que propagan en los espacios públicos los virus que padecen, sin pensar las consecuencias.
El desarrollo de la industria, la deforestación por diferentes fines, la dispersión indiscriminada de desechos y la emisión de gases contaminantes y de efecto invernadero, son ejemplos claros de la conducta suicida del género humano.
No obstante, se acometen acciones para revertir los efectos de esos daños, solo que la recuperación no logra sobrepasar el ritmo del deterioro y cada día la humanidad se ve más cerca del abismo que cava con su propio comportamiento, donde los intereses de unos destruyen el hábitat de todos.
Este cinco de junio resulta entonces un buen momento para que el mundo se llame a la cordura y el individuo reflexione seriamente cuánto puede hacer desde su escenario, para lograr el equilibrio medioambiental y ese mundo mejor que sí es posible.

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