Cuando se hable de protagonista número 1, de primera entre las primeras, por supuesto que se habla de Edaida Rivero Palenzuela, una cubana que logra multiplicar el tiempo para cumplir con su trabajo y liderar una familia, que la sabe increíble: excelente madre, esposa y toda una súper abuela.
De Edaida he escrito otras veces, pues ella es de esas personas que no titubea cuando de honrar el hacer se trata, desde la pedagogía que la arropa y la sensibilidad infinita que la distingue, lleva una alta cifra que no aparece en su currículo, y es la de los alumnos que ha contribuido a formar, y en ese empeño y desde el rigor ha estado la profesora y madre a la vez.
Recientemente participó en la Asamblea Onceno Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, como de costumbre su voz se alzó entre las delegadas, esta vez para visualizar el rol de la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia por llevar hasta las comunidades la esencia de ese espacio, y desde él sembrar razones, despejar dudas y hacer más claro el camino.
De Edaida se puede decir tanto que no alcanzarían los adjetivos, pues en ella habitan la humildad, la generosidad, sensibilidad, justicia, lealtad y amor, por solo citar algunos valores, esos que por si solos la hacen una persona especial.
Más de siete décadas pueblan la historia de esta mujer, directora de Centro Universitario de San José de las Lajas, internacionalista, profesora, pero por encima de todo, una excelente persona, de esas que sabe escuchar, que respeta e inspira confianza.
Por estas razones y más, Edaida es noticia otra vez; precisamente hace solo unas horas conoció que asistirá al Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, como delegada, invitación que honra a quien decide cada día hacer la luz y alimentar la esperanza.
