Orbita siempre en la memoria

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No tengo una fotografía de Orbita y me duele. Orbita era una persona especial. Maestra las 24 horas del día, siempre con una sonrisa, un consejo y con la capacidad infinita de comprender a los demás, algo que es tan importante como necesario.

Ser maestra a tiempo completo, implica estar presto a transmitir enseñanzas, aun cuando se esté fuera del aula, y en eso ella era experta y lo hacía con inmensa satisfacción.

Un día me dijo que para ella el magisterio era la vida, que no se encontraba fuera de esa especialidad, que había nacido para enseñar, y realmente era así.

Si historia es sencilla pero plena de esos méritos que hacen a los seres humanos eternos, era ante todo una buena persona, leal, cordial, sincera; fue directora de varias instituciones, asesora municipal y regional de Bauta y de Educación Laboral en San José de las Lajas.

Su labor educativa trascendió en diferentes niveles de enseñanza como maestra rural, de retardo mental y escolar y fue también maestra voluntaria en zonas rurales en las montañas de las Cordilleras de los Órganos.

Resultaba un placer dialogar con ella, tenía un don de transmitir valores, pues dejaba una lección desde la mayor humildad pero, con toda la franqueza que siempre la caracterizó.

Un día en un a guagua repleta, llamó la atención a un joven que estaba sentado y ante sí varias mujeres de pie; ella con una sonrisa y de la manera más delicada le dijo, tal vez no te has dado cuenta, pero a alguna de estas personas le vas a aliviar el viaje si le cedes el asiento.

Aquel joven la miró y no tuvo palabras, solo una sonrisa, algo de pena y de inmediato cedió el asiento, ella le agradeció, y como para que no siguiera con pena, le afirmó; yo se que no te habías dado cuenta.

Enseñar es un arte, el magisterio un sacerdocio y ser maestra o maestro, es una labor que implica vocación y amor porque de ello se precisa las 24 horas de un día.

Josefa Orbita Montalvo Hernández, la maestra que con sano orgullo atesoraba haber sido alfabetizadora ya no está entre nosotros, pero queda algo sublime que la hace eterna: su legado, su huella en el paso por la vida, nos queda su sonrisa  y el afán de siempre hacer el bien en favor la enseñanza.

 

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