Una pandemia mortal sorprendió al mundo en 2020. Periodo donde la especie humana continúa en amenaza por el incremento de casos positivos a la enfermedad Covid 19 y la aparición de una nueva cepa.
Un año donde se afectó la economía, la vida social, se aplazaron proyectos y se perdieron a seres queridos. Pero como arcoíris de colores tras la tormenta en esta época también descendieron los niveles de contaminación ambiental, dado el resguardo de los humanos en casa y como muestra de su gran daño a la biodiversidad.
En este calendario a causa del estrés y el temor el silencio inundaba las avenidas de todo pueblo y favorecía la salud auditiva de las personas tan amenazada en los últimos tiempos.
El virus Sars Cov 2 paralizó el tráfico, una de las principales fuentes de contaminación acústica en las ciudades, al igual que el estridente sonido de la música en los bicitaxis o autos, así como en la casa de algún vecino desmedido.
Ese exceso de sonido en el día a día altera las condiciones normales, ocasiona irritabilidad y daños en la calidad de vida de las personas. Por ello no debemos de someternos a las violaciones indiscriminadas de los individuos a nuestro alrededor.
Organismos internacionales advierten del riesgo que se corre en la disminución de la capacidad auditiva, la posibilidad de trastornos psicológicos (paranoia, perversión) hasta fisiológicos por la excesiva exposición a la contaminación sónica.
El ruido excesivo es una realidad en la sociedad actual, matizada por la realización de obras constructivas, industrias, tráfico y otras incidencias sonoras que no podemos o nos resulta difícil evitar, pero si hay que enfrentarse a las violaciones inhumanas de quienes priorizan su bienestar por encima de los demás.
El 2020 fue un período de bellísimas creaciones musicales para disfrutarlas en casa junto a los amigos y la familia. Canciones que adornarán estas festividades navideñas y que se deben escuchar con un moderado volumen tanto como la prevención al latente enemigo Covid 19.
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