Las recientes medidas de la administración de Donald Trump que endurecen la aplicación del bloqueo, limitan los viajes y entorpecen el comercio entre Cuba y Estados, dejan una víctima inesperada: el boom de colaboraciones científicas entre los dos países que sobrevino tras el 17 de diciembre del 2014.
Aunque las nuevas normas de Washington no apuntan explícitamente a la ciencia, y se mantienen vigentes las licencias para los viajes de los académicos, existe una «atmósfera tóxica» que genera «incertidumbre» sobre los esfuerzos de cooperación, asegura un artículo de la prestigiosa revista Science.
Los viajes de científicos estadounidenses a Cuba están disminuyendo y también los de sus colegas cubanos a Estados Unidos, ya que la Embajada norteamericana en La Habana no está procesando los visados correspondientes y será necesario viajar a un tercer país, añade la publicación.
El impacto de las medidas va incluso más allá y es un factor disuasivo para muchos especialistas interesados en los trabajos de la mayor de las Antillas.
Los departamentos del Tesoro, Comercio y Estado anunciaron a comienzos de noviembre la entrada en vigor de nuevas regulaciones sobre el tipo de actividades que pueden realizar los estadounidenses en Cuba, que llegan al punto de listar el tipo de bebidas gaseosas que están autorizadas.
Asimismo, se emitió una alerta general de viaje a la Isla con el injustificado argumento de los riesgos de sufrir un ataque acústico como los alegados por diplomáticos estadounidenses en La Habana, sobre los cuales no existe prueba alguna e incluso son negados por la evidencia científica. Tampoco se conocen reportes de afectaciones sonoras por parte de alguno de los cuatro millones de turistas que visitaron el país este año.
Como ejemplo de las afectaciones, la publicación cita una conferencia programada para comienzos de diciembre por el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí de Cuba (IPK), a la que planeaban asistir colaboradores estadounidenses. «Todos, menos uno, han desistido».
Dos investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades dijeron al IPK que tenían problemas porque los funcionarios de la agencia les prohibieron viajar a Cuba.
Las limitaciones alcanzan el nivel gubernamental, de acuerdo con Science. Cuatro becas con fondos de investigación concedidas el año pasado al IPK por el Instituto Nacional de Salud de EE.UU. están ahora suspendidas. El dinero se iba a destinar a estudios sobre arbovirus como el zika, chikunguña y dengue.
«La salud no conoce de fronteras ni las enfermedades tampoco», asegura a Granma Gail Reed, fundadora de una organización dedicada a la cooperación médica con Cuba (Medicc, por las siglas en inglés de Medical Education Cooperation with Cuba).
Reed señala que ya está demostrado que los mosquitos que transmiten el zika y el dengue se encuentran en las tres cuartas partes de los Estados Unidos. «El mayor conocimiento sobre estos virus se encuentra en Cuba, en el IPK, que es un centro colaborador de las organizaciones mundiales y panamericanas de la salud».
De acuerdo con Reed, las medidas de Trump demuestran no solamente una «falta de sensatez», sino una «falta de preocupación de la salud de los propios norteamericanos, al no permitir que científicos de su gobierno intercambien con sus contrapartes cubanas».
Algunos estadounidenses han decidido sortear las barreras por su cuenta.
La CBS reveló a comienzos de este mes la historia de George Keays, del estado de Colorado, quien viajó a Cuba para tratar su cáncer de pulmón con anticuerpos monoclonales, una investigación de punta de la mayor de las Antillas.
«Las personas en Cuba son maravillosas y su sistema de salud está por encima del nivel. Quedé impresionado», declaró Keays tras explicar que el procedimiento no cura la enfermedad, pero previene el crecimiento de tumores.
Keays, quien necesita continuar su tratamiento el próximo año, es consciente de que podría enfrentar nuevas barreras políticas. «Estoy estudiando las nuevas regulaciones de viajes, pero iré a través de México si es necesario. Uno tiene que hacer lo que tiene que hacer».
Durante el gobierno de Barack Obama, Cuba y los Estados Unidos llegaron a un acuerdo para los ensayos clínicos de una novedosa vacuna contra el cáncer de pulmón en un instituto de Nueva York.
Se abordó asimismo la posibilidad de introducir el que se considera el tratamiento más efectivo del mundo contra la úlcera del pie diabético, el Heberprot-P desarrollado en la Isla, que podría prevenir la amputación de miembros inferiores a cientos de miles de norteamericanos cada año.
A pesar del tenso clima que se ha apoderado del Estrecho de la Florida, algunas colaboraciones entre los dos países se mantienen por buen rumbo.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos patrocinó el verano pasado un crucero de investigación conjunto con el Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Cuba, que bojeó la Isla para evaluar los arrecifes de coral.
Asimismo, a mediados de noviembre se llevó a cabo en La Habana un Taller de Cirugía Endoscópica Funcional de Nariz y Senos Paranasales con Navegación Intraoperatoria, que contó con la presencia de diez reconocidos especialistas norteamericanos.
Los pasos de los últimos tres años y la larga tradición de colaboración entre los científicos de Cuba y Estados demuestran que ambas partes pueden beneficiarse del intercambio de experiencias a pesar de las diferencias políticas.
Tomado de Granma.cu