Los que se van, llevan consigo un manojo de sueños, aspiraciones, metas. Los que se quedan tienen anudadas razones para alimentar la esperanza, un poco de incertidumbre, en ocasiones cansancio pero, insisten en echar raíces aquí, contra viento y marea.
Un hombre que veo casi a diario decía ayer que a ese paso ahorita seremos muy pocos, y quedará la isla para los viejos, pues cuando los años comienzan a pesar no hay cabida para aventuras en aquellos que peinan canas. Los que más corren por una travesía, no siempre segura, son en mayoría jóvenes.
La calle, ese espacio donde coincidimos quienes vamos y regresamos de trabajar, aquellos que intentan a diario ver qué pueden comprar para llevar a la cocina, donde a la magia se acude para inventar; la calle, es testigo de comentarios de todo tipo.
Ahí te enteras que el hijo de Marina se fue hasta Nicaragua porque de ahí seguirá camino a Estados Unidos, o que Berto vendió su casa con todo lo que tenía dentro para irse con su esposa e hijo hasta sabe Dios dónde para desde allí llegar al Norte que le nubla los sueños.
La calle cada vez se vuelve más cómplice de esas noticias, donde no faltan los comentarios de Ucrania, las dudas y también cuestionamientos sobre esa guerra. La calle sabe de los que se han ido, los que han andado con suerte, y también de aquellos que no llegaron. En la calle se comenta con asombro de quienes hasta ayer hablaban de un modo y ¡chas! Hoy piensan y hablan de otro.
Los que se van, merecen correr con suerte tras esos sueños que hoy impulsan su voluntad de emigrar. Los que se quedan merecen tener la suerte de que la esperanza apostada para este tiempo difícil pero no imposible reverdezca, a conciencia de cuán importante para ello son la unidad, la disciplina y la voluntad creadora.
Entre los que se van, va talento, formación, saberes. Entre los que se quedan habitan conocimiento, desvelos, consagración, voluntad de insistir aquí por sus metas desde el talento cultivado en la formación que les propició saberes.
Los que se van y los que se quedan hoy, escriben nuestra historia. Algún día otros volverán a las páginas que abrigarán este siglo, a estos años de pandemia, éxodo, guerra, pero también de solidaridad, héroes y heroínas anónimos.
Entonces, más allá de la utopía, algunos cantarán, otros leerán poemas épicos o no, se recordará las tiendas MLC que a unos cuántos nos hicieron sufrir, las colas, el casi desaparecido transporte, los precios altísimos pero también se hablará, de los que decidieron echar la pelea, de los que lograron vacunas que salvaron vidas, de los que encontraron soluciones para un tiempo amargo.
Se hablará de los que se fueron y no llegaron, de los que llegaron y triunfaron, de los que decidieron regresar y, de la victoria de quienes aquí se quedaron y resistieron.
