La paz que defiendo

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La paz que defiendo lleva implícito el amor y respeto a mis semejantes. La paz que defiendo implica pensar con todos y para el bien de todos. La paz que defiendo no entiende de odios, de palabras hirientes. La paz que defiendo lleva en sí misma el deseo de un país y un mundo mejor.
Aunque ando camino a los 60 reconozco que el tiempo se ha ido volando y no dejo de buscar refugio más de una vez en aquellos años en que la inocencia me arropaba y no sabía de guerras ni odios; mis padres se encargaron de hacerme la vida feliz.
Ha pasado el tiempo, siempre implacable, y me descubro tan rebelde como en mi adolescencia, cuando empecé a chocar con la realidad, cuando supe que el odio habita y abunda, cuando lloré como millones de cubanas y cubanos por aquellos que perdieron la vida por el sabotaje a la aeronave de Cubana de Aviación el 6 de octubre de 1976.
Vivo en un país que no es perfecto, que ha sido y es blanco para cualquier tipo de dardos. Vivo en un país subdesarrollado que pudiera ser más pleno, que tiene que rectificar y sobre los errores sembrar eficacia, productividad para repartir mejor y alumbrar así el abastecimiento que tanto urge.
Cuba no descansa. Duelen las carencias, duele esta pandemia que tanto nos ha hostigado, duelen la ineficiencia, el burocratismo y esos males que pululan como la falta de cortesía, la indisciplina y el irrespeto. Los dolores están ahí, también en ese cerco que nos quita el aliento, ese bloqueo que persiste en la asfixia y que algunos dicen no es tal bloqueo. Entonces que lo quiten, y veremos como pinta la historia.
Duele ese odio que insiste en dividir, que nubla la mirada y el corazón. A las Redes también duele entrar. Las noticias de muerte por la Covid-19, y la guerra de ofensas de un lado a otro y de unos a otros, resulta abismal.
Pensar diferente no es la cuestión. No se puede mandar en el pensamiento ajeno pero, lo más atinado es juntar voluntades, aunar ideas para entre todos empinar ese país que queremos.
No se puede ocultar al Sol con el dedo índice, es imposible. Que tiene Cuba dificultades, es cierto, están ahí afectan y mortifican pero, a la par va el esfuerzo de muchos que defienden también este tiempo adverso desde la entrega sin límites, desde un pensamiento que aboga por salvar cada espacio, salvar vidas y la paz que nos pertenece.
La paz que defiendo es esa que me ha permitido ser quien soy, tener mi criterio, decidir mi camino. La paz que defiendo no comulga con ofensas, no entiende cuando rasgan la tranquilidad de un amigo, no admite laceren a quienes defienden también mi paz que es la de todos.

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